Capítulo trece.

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Al día siguiente, me levanté más contenta que de costumbre

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Al día siguiente, me levanté más contenta que de costumbre. Bajé las escaleras mientras tarareaba I Wanna be yours de Arctic Monkeys, y  comencé a preparar el desayuno para mi hermano.

You call the shots, babe.—canté un poco más alto.

—I just wanna be yours.—me siguió una voz más adolmilada.

—Buenos días, hermanito.

—No me digas eso luego de haberme despertado con tu horrible cántico.—se burló.

—Pues no hay batido de chocolate para ti, Wesley.—me crucé de brazos, fingiendo molestia.

La risa ronca de Brandon llenó la cocina, volviendo el ambiente mucho más agradable.

—No te enojes hermanita.—dijo, besando mi cabeza.

Sonreí ante la caricia, amaba estos momentos con mi hermano.

—¿Puedo acompañarte al trabajo?.—pregunté, poniendo ojitos de cordero degollado.

—¿Te dieron el día libre hoy?.—unió las cejas en confusión.

—Es una larga historia. Pero te la puedo resumir: Lancé mi delantal a la cara del ligue de mi jefe, y probablemente no me quiera volver a ver en la pizzería.—solté una risita nerviosa, mientras me tocaba el pelo.

—Wao....creo que estuvo demasiado resumido, necesito más contexto hermanita.

—Pues te doy una descripción extensa sobre el calvario que fue ese día de trabajo cuando estemos en la veterinaria, ¿Vale?.

—Perfecto. Voy a cambiarme, déjame un poco.—señaló la batidora.

Seguí bebiendo mientras le lanzaba una pelota a Bobby, últimamente no le había prestado suficiente atención. Ahora que lo pensaba, toda mi rutina diaria se vio afectada desde que Alejandro llegó a mi vida. Y gracias a eso, ahora me siento más yo, como si una Alegre falsa hubiera tomado el control por muchos años, y ahora, la verdadera estuviera renaciendo de las cenizas.

—¡Ale, tu teléfono está sonando!.—el grito de Brandon me sacó de mis pensamientos.

—¡Contesta tú!.

—Es que.....es Hanni.—su tono averganzodo me hizo gracia, y no pude evitar soltar una risotada.

Subí las escaleras corriendo, lo que fue una idea terrible, teniendo en cuenta que iba con el vaso en la mano y terminé tirarndolo al suelo.

—Ash.—me quejé, poniendo una mueca con la boca.

Brandon me pasó el teléfono y yo me lo llevé al oído. Le dediqué una mirada de súplica a mi hermano para que limpiara mi desastre, pero negó con la cabeza mientras so reía.

—Hola, Hanni.—saludé.

—¿Qué tal está todo?.—preguntó a través del teléfono.

—Bien, supongo. ¿Y tú?.

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