La salida a Hogsmeade fue estupenda para todos, excepto para Harry, que al escaparse de Privet Drive nunca recibió la firma de tío Vernon y nadie querer hacerlo; no pudo ir.

Lupin lo había invitado a su oficina y habló con él sobre el encantamiento patronus. A las seis de la tarde casi a la hora del banquete de Halloween, ya todos los de tercero estaban llegando a la torre de Gryffindor, aunque; había un problema.

— ¿Qué ocurre? – preguntó Harry y Ginny se volvió hacia él.

— ¡La señora gorda ha escapado! – exclamó ella y Ron que venía justo atrás de Harry jadeó.

— ¿Escapó?, ¿Pero cómo? – cuestionó Potter.

— Si Ginny supiese te lo diría, ¿no creés, Potter? – dijo la voz cautelosa y ronca de Draco.

Harry rodó los ojos y no le contestó. Digorry, que estaba curioso por saber que ocurría, se acercó a su novio.

— ¿Qué ocurre, Dray? – habló y Harry miró su nuca con algo de recelo.

— La señora gorda escapó – contestó – nadie sabe que ha ocurrido, ni siquiera los de segundo y primer año. Es todo muy extraño.

— ¡Habrán paso! – gritó Dumbledore y todos se apartaron, Harry nunca lo había escuchado tan furioso – ¡debemos buscar a la señora gorda, señor Filch!

Tras de él, iban con paso rápido Mcgonagall y Snape.

Peeves que estaba al lado de la señora gorda, se acercó a Dumbledore.

— Tiene vergüenza de hablar, señor director – dijo – no quieren que la vean. Es un desastre de mujer, la vi correr por el paisaje, hacia el cuarto piso, señor. Estaba gritando algo terrible – la voz de Peeves desprendía alegría – pobrecita.

— ¿Dijo quién lo ha hecho? – preguntó Dumbledore en voz baja.

— Si, señor director – respondió Peeves – se enfadó con ella porque no le permitió entrar, ¿sabe? – dió una vuelta y dirigió una sonrisa a Dumbledore – ese Sirius Black tiene un genio insoportable.

Esa noche todos los Gryffindor tuvieron que quedarse en el gran comedor, Harry y Ron, se acostaron cerca de Fred y George. Bueno, y de Malfoy y Granger.

— Los dulces son lo mejor, Fred – murmuró Hermione – pensé que mentías cuando me lo dijiste.

— Yo nunca miento, nena – habló Fred y ante el apodo, la castaña se ruborizó.

Draco reía en voz baja cada que veía como Hermione se sonrojaba, y esto le molestaba a Harry, pues; el rubio estaba tras suyo.

— Podrías callarte, Malfoy – dijo dándose la vuelta, y aún siendo consciente, sus labios casi tocan los de Draco – eh...

— ¿Qué diablos te pasa, cara rajada? – dijo Draco y se volvió hacia el otro lado.

Potter se sonrojó ante esto y decidió continuar hablando con Ron. Quién observó toda la escena con incredulidad.

Los días habían pasado y así llegó la siguiente visita a Hogsmeade, Draco, Blaise y Hermione junto a Digorry se fueron en los primeros carruajes

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Los días habían pasado y así llegó la siguiente visita a Hogsmeade, Draco, Blaise y Hermione junto a Digorry se fueron en los primeros carruajes. Al igual que Ron, Theo, Neville y Pansy.

Harry, ya harto de perderse las maravillosas que le contaban los chicos, tomó su capa de invisibilidad y se encaminó al pueblo. Los gemelos que sabían perfectamente que era él, lo tomaron de sus brazos y lo llevaron a uno de los pasillos del castillo.

— Ahora, Harry, únete a los chicos grandes – dijeron.

— Quiero ir a Hogsmeade – mencionó Harry.

— Lo sabemos – dijo George.

— Por eso, te tenemos un regalo por adelantado, Harry – dijo Fred.

Sacando algo de su abrigo, Fred se lo entregó a Harry, era un pergamino, cuadro y muy desgastado. No tenía nada escrito y Harry pensó que era una broma de los gemelos.

— Esto es la clave de nuestro éxito – mencionaron.

— Pero...si no tiene nada – dijo Harry.

— George, haz los honores – indicó Fred y George con su varita en mano y con la punta en el mapa dijo:

— Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas – e inmediatamente en el pergamino comenzaron a aparecer miles de letras y dibujos.

Entonces, Harry leyó:

Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta, presentan: El Mapa Del Merodeador...

Holiis, pequeña pregunta.

¿Quieren un poco de Wolfstar?

Los Elegidos  || Harco Where stories live. Discover now