Enchanted

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Our eyes whispered, "Have we met?"
'Cross the room your silhouette
Starts to make its way to me
The playful conversation starts
Counter all your quick remarks
Like passing notes in secrecy

And it was enchanting to meet you

All I can say is, I was enchanted to meet you.



Paula

El aire de la habitación se condensó entre un mar de gemidos desgarradores y mis manos encargándose de las olas fluctuantes que chocaban contra ellas con cada movimiento que realizaba para llegar hacia la costa de placer de la morena de rizos.

En donde mientras con una mano me sumergí lentamente en aquel terreno pantanoso que tan bien conocía, con la otra traté de afirmarme con dureza de los rizos de Silvia en un acto reflejo para combatir el vaivén imperante entre mis caderas rozando contra el culo de la morena y el temblor de su cuerpo que poco a poco empezó a ocupar todos mis pensamientos, debido a que este no dejaba de advertirme de que pronto se correría.

—¡Paula joder! —gimió la fisio mientras mi cuerpo la aprisionaba cada vez más contra la pared para que pudiese sentir mayor satisfacción del roce de mis dedos en su entrada y el nulo espacio que nos separaba, en donde mis dedos se encargaron de solo jugar con ella entre círculos aleatorios en su clítoris y un leve roce en su entrada porque aún no deseaba darle lo que ella tanto anhelaba—, ¡así, más fuerte! —ordenó con el ceño fruncido cuando sintió el leve roce en su entrada lo que provocó un pinchazo eléctrico en mi piel y que una sonrisa orgullosa se coloreara en mis labios porque no había algo que disfrutara más que el placer de mi acompañante, por lo que no tardé en morder su hombro en el instante preciso en que cambié el ritmo de mis dedos y sin advertencia previa los hundí más en aquella cueva marítima que tanto me gustaba, introduciendo limpiamente dos de mis dedos para tantear hasta dónde podía llegar con la morena—, ¡más! —gritó desesperada entre gemidos que se estrellaron contra nuestros cuerpos sudorosos provocando como efecto colateral que una ola inesperada de placer nos azotara sin misericordia.

Es por esto que enrosqué mi mano en el cabello de la morena y lo jalé con fuerza para luego comenzar a morder su cuello ante una necesidad primitiva y embriagadora de marcar territorio, a sabiendas de que faltaba cada vez menos para el final tan deseado de aquella escena.

—Así te gusta, ¿no? —susurré a su oído antes de embestirla con más fuerza y que mi nombre resonara por toda la habitación—, eres una zorra, Silvia —apunté sintiendo cómo las paredes internas de la fisio empezaban a perder el control frente a mis estímulos—, mi zorra —afirmé ganándome un gemido de su parte que retumbó tanto en mí que fue imposible no sentir cómo la humedad aumentaba entre las dos al igual que lo hacía el calor que emanábamos—, ¡dilo! —ordené sin dejar de sentir cómo mi cuerpo cobraba vida contra el de la de rizos y poco a poco la respiración de ella empezó a ser más densa y arrítmica mientras sus piernas se tambaleaban por la presión de ese orgasmo que tanto necesitaba—, ¿de quién eres? —pregunté ante el hecho de que amaba tener el control de aquellas escenas—, si no me lo dices no te vas a correr —le advertí notando cómo con cada segundo que pasaba a mis dedos les costaba cada vez más entrar y salir de la fisio mientras sus gemidos tardaban más en ser expulsados porque su voz se estaba cortando ante la ola de placer que la estaba abatiendo.

—Tuya —soltó jadeando a lo que sonreí entrando un tercer dedo en su entrada como recompensa por ser tan obediente lo que provocó que la morena tirara su cabeza a mi pecho ante la sensación placentera de recibir la atención que tanto deseaba lo que trajo como efecto colateral que sus caderas se movieran con mayor fuerza y desesperación contra mi mano para sentir mayor presión.

¿Dónde van las hojas secas que el invierno nos dejó?Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt