Capítulo 10: EL VIAJE COMIENZA

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Cuando el recepcionista del hotel escuchó a quién quería ver, una sonrisa lasciva atravesó su cara, entonces Benny supo que estaba en el lugar correcto. El chico nunca había entrado al gran hotel Westin, pero el vestíbulo era amplio y lujoso, rodeado por paredes transparente que daban paso al cruce de dos grandes avenidas. No obstante, Benny no tenía tiempo para apreciar el entorno; cada segundo contaba.

Tomaron el ascensor al sexto piso, pasaron por el pasillo hasta llegar a la habitación designada. Benny miró a sus dos acompañantes y tocó la puerta. Al instante abrió una despampanante de chica, de una voluptuosa figura de reloj de arena cubierta con prendas que dejaban muy poco a la imaginación.

—Erinia —resopló Benny.

—Vaya, vaya... —comentó Erinia con una voz cantarina—. Miren quién decidió venir...

Con una risita, Erinia rodeó a Benny con sus brazos, apretando su enorme busto contra su delgado pecho.

—No tengo tiempo para esto —carraspeó Benny liberándose de su agarre—. Tú mencionaste a alguien que sabe la ubicación de Dracuvia. Necesito que me lleves a él cuánto antes.

En ese momento, Erinia quedó en silencio, su ceño se frunció y su semblante adquirió una expresión asqueada.

—¡Mis amigos están en peligro! ¡Por favor! —exclamó Benny de improviso, y su voz resonó por todo el pasillo, dando paso a que algunos huéspedes se asomaran al segundo siguiente para ver qué tanto escándalo.

—No pasa nada —replicó Erinia con firmeza mirando a sus vecinos, y luego volvió la mirada hacia Benny—. Entren.

Erinia se dio media vuelta y avanzó pavoneando su trasero de lado a lado mientras se adentraba en la habitación. Mientras avanzaba, ella sonreía, sintiendo como la atención del acompañante de Benny la seguía con la mirada; realmente disfrutaba el impacto de su cuerpo en los hombres. Mientras tanto, Danny se había quedado boquiabierto, hipnotizado por la figura de la chica. Allison lo vio y gruñó, dándole un ligero codazo en el hombro, lo que le hizo reaccionar y desviar la mirada.

—¿Así que...? —carraspeó Erinia trayendo su maleta—. ¿Te doy una clara invitación para venir y vienes solo porque quieres salvar a tus amigos...? Qué manera de desperdiciar esta oportunidad.

—No tengo tiempo para rodeos, ¿vas a ayudarme o no? —saltó Benny.

—¿Por qué te alteras? —dijo Erinia fingiendo un puchero y haciendo un círculo con sus dedos sobre uno de sus pechos—. Claro que te ayudaré. Digo, no todos los días conoces al chico bazuca de Lima y viene a buscarte a las tres de la mañana. —Echó una coqueta mirada hacia Danny y Allison—. Y encima con amigos. Bien, será divertido. ¿Qué esperamos?

Benny suspiró ante el hecho de que Erinia no había presentado ningún impedimento en ayudarlos. Al cabo de unos minutos se encontraban en el auto, rumbo por la carretera hacia el Sur de la ciudad. Benny estaba el asiento del copiloto, observando por la ventana, pero sin concentrarse en el paisaje urbano que pasaba ante sus ojos. Las palabras de madre adoptiva sobre Dracuvia lo habían desconcertado y su razón para no acompañarlos también. Sin darse cuenta, miró hacia su hermano, quién conducía el auto y le devolvió la mirada con una tenue sonrisa.

—¿En qué piensas? —preguntó Danny como si le leyera la mente—. Luis y Jan estarán bien.

—Lo sé, es solo que... No dejo de pensar en lo que dijo mamá.

—¿Piensas que oculta algo?

—No... No lo sé —vaciló Benny y observó a Danny con el ceño fruncido—. ¿Y por qué no nos habrá querido acompañar? Ella sabe que vamos a un lugar peligroso.

BENNY WILLIAMS: EL REINO DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora