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Desde la perspectiva del narrador...

El temporal no estaba siendo ese temporal que deseábamos, no llovía como esos años de mi infancia en los que de tanto lodo hasta miedo te daba caminar en la calle y en una de tantas resbalar. Solo caían pequeñas gotas y estas nos ilusionaban con tormentas que no llegaban, mi abuelo decía que cuando el cielo no quería romper en llanto era porque nos estábamos portando mal y que de tanto hacerlo el cielo nos negaba esa bendición llamada lluvia.

Todos afirmaban que era una completa maldición que desde mayo hasta ese 9 de julio no lloviera, hasta que por fin el 10 de julio, desde las 12 a. m., una lluvia mágica comenzó a caer sobre nuestros techos, nos abrió la puerta de la esperanza y también la de ese miedo a que fuese una catástrofe. Pero no, solo era una tormenta fuerte y fría que venía a salvarnos.




A Ana Laura por ser mi LUZ

A Ernesto, hasta el cielo

EL DESASTREWhere stories live. Discover now