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El garaje de tu padre es el lugar que conoces muy bien. Pasa allí el 90% de su tiempo libre, bebiendo, viendo sus confusos deportes en la televisión o, en raras ocasiones, arreglando su moto.
Entonces es cuando su buen amigo, Heisenberg, aparece. Aunque últimamente parece que cada vez que apareces en la casa de tu padre, él está allí, incluso si no están trabajando en nada.
Se recuesta en el sofá, fumando su cigarro, con los zapatos sucios colocados sobre la mesa frente al televisor y bloqueando tu vista. Tu papá abre una nueva caja de cerveza solo para él y miran lo que pasan durante horas, hablando sobre los tiempos modernos y lo diferentes que son las cosas ahora.
Heisenberg odia a tu generación de personas. Dice que son demasiado sensibles y amigables con las cancelaciones, y culpa del exceso de acceso a Internet. Pero él te excluye de ese sector.
Él agradece a tu padre por criarte adecuadamente, dándote opiniones correctas, especialmente en música, al igual que las suyas. Siente que puede hablar contigo como uno más de los chicos, sin tener que preocuparse por ofenderte con algo controvertido que sale de su boca.
Pero también sabe que no eres uno de los chicos. Eres una mujer. Una mujer a la que se muere por tener sus sucias manos encima.
Entonces, cuando tu papá se va a la tienda de la esquina a tomar cerveza y los deja a los dos solos, estará contigo en cuestión de minutos.
Te lleva directamente al sofá, apresurándose a salirse con la suya porque sabe que tu papá no tardará.
Con una rodilla en el cojín a tu lado y la otra en el suelo, sostiene tu pierna sobre su hombro y mete su polla en tus paredes gomosas. Puede que sea viejo, pero es innegable que aún está en forma.
Él calma tus dulces gemidos con su propia boca, sus labios presionando con fuerza contra los tuyos, los dientes chocando por la aspereza puesta en sus embestidas. Su vello facial desaliñado irrita tu piel, pero estás distraída por todas las demás sensaciones que te está dando.
"Te estás poniendo muy ruidosa. Tan dulce", sonríe en tus labios, mordisqueando y alejándote con esa risa arrogante cuando te hace gemir.
Es bastante bueno manteniendo su rostro serio, fingiendo que tu coño no se siente tan bien, pero nunca ha tenido algo mejor. Ni siquiera ha tenido sexo en aproximadamente un año.
"Sigue apretándome así y no tendré fuerzas para retirarme", gime. Sus movimientos se vuelven menos metódicos a medida que pierde la compostura. Su rostro se contorsiona, frunce el ceño y aprieta la mandíbula como si estuviera a punto de explotar. "Joder, cariño, tengo que-"
Pero no logra retirarse a tiempo, estaba demasiado apretado para poder sacarlo.
Su voz suena baja, casi un gruñido, mientras se vacía en ti. Pierde la concentración por un minuto, sintiendo tu pulso y palpitar alrededor de su circunferencia, atrayéndolo hacia adentro con tanta avidez. Él jura que serás tú quien lo envíe a una tumba prematura.
Es decir, hasta que la puerta lateral del garaje se abre de golpe, el hombre que ninguno de los dos hubiera esperado ver, viéndolos.
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Se vienen capitulos turbios, encontré algo que posiblemente no le guste a nadie, pero desde un principio dejé las advertencias, así que si es necesario, vuelvan a leerlas...
Por favor, no vayan a quejarse de los temas tocados aquí, porque en la reglas dejé en claro que no me hago responsable de nada, ustedes tomaron la decisión de leer esta cochinada, ya quedaron advertidas/os 🤨🤨🤨
