— Es decisión mía – respondió y salió del abrazo que le brindaba George – ahora, debo ir a buscar a MI novio, adiós.

Hermione suspiró amargamente, y se sentó al lado de Fred, que estaba lanzando piedras al lago.

— ¿Por qué tan triste, Mione? – preguntó.

— ¿Qué no escuchaste, Freddy? – dijo ella – lo va a perdonar, y él lo está engañando...yo, no confío en Digorry.. Draco está muy enamorado de él.

— Tienes razón, Mione – contestó él – pero, recuerda que Draco es él único que puede decidir. Ya él mismo lo dijo; es su decisión.

Dos días después

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Dos días después...

Después de una loca primer clase de adivinación con la profesora Sybill Trelawney, los chicos se estaban encaminado a su primer clase con Hagrid, que había sido nombrado cómo el nuevo profesor de criaturas mágicas, con los temidos libros en manos o amarrados para no ser mordidos.

Llegando a un prado, no tan lejano del bosque prohibido, los chicos se colocaron al lado de cada uno, y bueno, al no saber cómo abrir los libros sin ser mordidos; Blaise se atrevió a hablar.

— ¿Cómo los abrimos? – preguntó, y Hagrid,que estaba de espaldas, volteó.

— ¿Qué? – dijo el semi gigante.

— Los libros – contestó Blaise – ¿cómo los abrimos?

— Es obvio – contestó Hagrid, y tomó el ejemplar de Hermione – deben acariciarle el lomo. Así, de esta forma, miren – indicó y acarició el lomo del libro, para luego abrirlo.

— ¡Qué tontos hemos sido! – dijo Blaise despectivamente – ¡teníamos que acariciarlo!, ¿cómo no se nos ocurrió?

— Yo...yo pensé que les haría gracia – dijo Hagrid.

— ¡Ah, que gracia nos hace! – dijo Blaise nuevamente – ¡Realmente ingenioso, Hagrid!

Draco se sintió triste al notar la vergüenza que el semi gigante sentía.

— Zaza, ya basta – le dijo – ¿no ves que se siente mal?

— Ya, ya, perdón – se disculpó Zabini.

Hagrid les dijo que volvería en un momento, a lo que Draco aprovechó para molestar a Harry.

— ¡Eh, Potter! – exclamó – un dementor, ¿te desmayaras? – Blaise hizo un gesto de desmayarse – ¿Potter, te desmayaste? – por un momento se vio preocupado – ¡Potter, te desmayaste!

Harry volteó hacía él con molestia y observó cómo el rubio reía.

— Cállate, Malfoy – le dijo, y Draco entonces, se acercó a él mirándolo de arriba a abajo mordiéndose el labio, a lo que Harry también lo hizo.

Por primera vez, Harry se había dado cuenta de lo hermoso que se veía Malfoy con ese corte de pelo, y lo alto que era, mucho más que él. También se había percatado de lo intensos que eran sus ojos, era un azul marino pero cielo a la vez. Sus labios se veían carnosos.

— ¡Uuuuuh! – gritó Lavander Brown, señalando hacia la otra parte del prado.

Trotando en dirección a ellos se acercaban doce criaturas, las más extrañas que Harry y todos en la clase habían visto en su vida. Claro está, Draco y Hermione si las habían visto, en libros. Eran hipogrifos.

Los hipogrifos tenían las patas traseras y cola de caballo, pero las patas delanteras, las alas y cabeza eran de águila. El pico era color acero y los ojos de un naranja intenso. Las garras de las patas delanteras median unos quince centímetros. Cada hipogrifo llevaba un collar de cuero grueso.

Harry había sido el primero en poder volar en un hipogrifo, llamado: Buckbeak

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Harry había sido el primero en poder volar en un hipogrifo, llamado: Buckbeak.

Buckbeak le había dado un paseo por el lago negro, y los alrededores del castillo. Harry se sintió libre, tanto que sus ojos se aguaron de la felicidad que sintió.

Ahora, los demás estaban con los otros hipogrifos. Draco, Blaise y Hermione habían escogido a Buckbeak. El hipogrifo tenía la cabeza inclinada hacía Draco, quién le daba leves caricias con una sonrisa.

— Esto es muy fácil – dijo Draco con su habitual calma – tenía que ser fácil, si Potter fue capaz…

— ¿A que no eres peligroso? – dijo Blaise – ¿lo eres, bestia asquerosa?

Sucedió tan de repente que a nadie le dió tiempo de reaccionar, si quiera a Hagrid. Un grito agudo se escucho, y luego unos lloriqueos.

Al Blaise insultar a Buckbeak, cosa que ofende mucho a los hipogrifos, éste atacó a Draco.

— ¡Draco! – gritó Hagrid con miedo y fue corriendo hacía Malfoy que yacia encogido. Su brazo estaba lastimado.

— ¡Me muero! – gritó dramáticamente y fue tomado por Hagrid – ¡Me muero, Hagrid!, ¡Me ha matado!

— No estás muerto, Draco – dijo el semi gigante, y cancelando la clase se fue con Draco hacia la enfermería.

— Me duele...

Los Elegidos  || Harco Where stories live. Discover now