35: Júraselo al karma

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—Ya sé a dónde vas... —Hace una risilla—. Y la respuesta es sí, lo seas o no, puedo hacer que tengas a mis crías.

—Pues no lo harás. —Lo señalo—. Júralo.

Mira a un lado y otro, aburrido.

—Bien.

—Júralo —repito.

Levanta la mano.

—Lo juro.

—Y ahora dime la verdad, ¿no sirve el preservativo? Mira si me pasas una enfermedad extraña o sobrenatural.

Se carcajea.

—Soy muy saludable, no te preocupes.

—¿Tienes un médico de lo sobrenatural en Norville para asegurarme eso?

—¡Sí, Adara, sí! —declara, desesperado—. ¿Quieres que te pase mi ficha médica también?

—¿No te preocupa que yo pueda pasarte algo a ti? —Enarco una ceja—. ¿Recuerdas? No sabes lo que soy, ni yo estoy segura.

Mueve los hombros sin importancia.

—Nah. ¿Aclaraste todo lo que querías?

Entrecierro los ojos.

—Una cosa más.

—¿Qué? —Pone la mano en su cara, cansado.

Muevo mi escote y muestro el tatuaje de la flor sin finalizar.

—Ni se te ocurra terminarla, ¿entendido?

Baja su mano, despacio, y sonríe con malicia al observarme.

—De acuerdo —dice, tranquilo—. ¿Quieres que te lo jure también?

No me causa ninguna paz esa mirada.

—Sí —susurro, nerviosa.

—Lo juro —expresa en un tono suave, denotando confianza, luego se sube otra vez sobre mí—. ¿Ahora sí puedo probarte?

—Su... supongo.

Aproxima su boca, entonces me da un beso rápido y feroz. De forma repentina, arranca mi remera, luego chillo cuando me muerde la clavícula. Veo algún tipo de vapor, como si hubiera echado un ácido en mi piel, el cual cicatriza a gran velocidad la herida. Luego vuelve a repetir la acción, sin embargo, A tenía razón, esto no duele. Es una sensación extraña, pero para nada molesta. Además, B se encarga de acariciar los lugares justos mientras lo hace, así que tengo una mezcla de sensaciones.

No logro entender lo que está ocurriendo.

Hago varios sonidos mientras nos seguimos toqueteando. Los sentidos van en aumento, crecen tanto que sé que lo percibe todo. Nuevamente, vuelve a besar mi boca y siento sus dedos entre mis piernas. Pierdo el control, me entra una sacudida.

Seguro es el fervor del momento, pero también lo muerdo. Obvio, lo mío es más un chupón. Siento su lengua, nunca nadie la había usado tanto en mí. En definitiva, cumple lo que promete, me está degustando.

Solo puede probar.

Clavo mis uñas en su espalda cuando me muerde otra vez. Escucho el sonido del ácido. Termino de deshacerme de su chaqueta, porque no es justo que yo sea la única que tiene el torso por completo descubierto, pero él se ríe a modo de burla, entonces tironea de mi sostén, quitándomelo, y lanzándolo a quién sabe qué parte de la habitación. Luego me deleito con sus pectorales, ni me espero a tocarlos. Él hace exactamente lo mismo, no tarda ni un segundo en apretujar mi desnudez.

Momentos más tarde, recorre mis piernas, deshaciéndose de mis húmedas bragas. Entonces se relame los labios mientras me mira fijamente y con cara de ganador. Abre la cremallera de su pantalón y se aproxima a mi boca, su gesto se vuelve serio, convirtiéndose en A, luego avanza a mi oreja para susurrar.

—Esto es para ti.

Mueve la tela de su ropa interior y me llega el alivio al ver que no hay nada sobrenatural en el momento más íntimo del sexo.

Cainán se une a mí, otro arrebato llega hasta mi cuerpo, una palpitación arrolladora. La excitación no tarda en venir. Debo corregirme, este placer sí que es anormal. Me siento más sensible a su tacto, sus arremetidas y lo mismo que le provoco a él. Nuestros estímulos van a un ritmo compartido.

Me estremezco y mi espalda se enarca. Me afecta en desmedida, pierdo el control otra vez. Mi mente se distorsiona un poco por la satisfacción que estoy sintiendo.

Qué tentación.

—Tu piel despide un aroma inigualable. —Se muerde el labio inferior, entonces estira su espalda, disfrutando todavía más—. Adara... qué rico.

—Cainán... —Agarro sus mejillas y lo beso de manera ferviente.

Nuestros cuerpos se estremecen, vamos a estallar de placer. El movimiento es potente y continuo. No tengo idea cuando va a acabar, pero estoy segura de que mis emociones quieren que siga toda la noche. Tengo energía revitalizada como si pudiera extenderlo eternamente.

Cainán A

El delicioso néctar de su carne es lo que mis dientes necesitan, sin embargo, me sorprende su resistencia. Intercambié un par de veces con B y al fin la dejamos exhausta. Costó bastante. No es para malinterpretar, nos encanta que Adara pueda darnos batalla en la cama, pero es curioso, extraño y hasta sospechoso. Además, el plan consistía en cansarla para luego completar el tatuaje de la flor.

«¡¡Qué agotado que estoy!! Vamos a mimir», chilla B.

—Fue tu idea. —Gruño—. Te quedas.

Sostengo la nuca de la desmayada Adara y la levanto un poco, manteniendo su espalda con mi otra mano. Me relamo los labios para aproximarme a su boca. Lo hago muy despacio.

«Pudimos haberla dormido primero, pero no me quejo, fue muy buen sexo».

—Ahora serás mía —murmuro.

Abro la boca para introducir el último pedazo de mi controlador biológico, pero antes de lograr hacerlo, de sus labios se empieza a despedir un humo negro, entonces debo retroceder. No obstante, algo de esa cosa entra en mis fosas nasales, así que debo soltar a la chica para poder toser al costado de la cama. Entonces, termino vomitando una masa igual de negra que ese humo que sigue esparciéndose por la habitación.

«A la mierda, ¿será una de las defensas de su cuerpo? Bueno, nos llegó el karma por intentar traicionarla y no cumplir nuestro juramento», analiza B.

—Qué gracioso.

«El sarcasmo no te queda».

Ignoro el comentario burlesco y me limito a pensar en cómo detener esto, sin que nos matemos en el proceso.

«Yo digo que la atemos».

«Yo digo que la atemos»

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Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now