COMIENZO EL FINAL DEL JUEGO

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DOS AÑOS ATRÁS





Todo comenzó con un pequeño club en un barrio recóndito de las Vegas. Ashton tenía muchos contactos que podían ayudarnos asique decidimos empezar por un lugar que él ya se conocía bien, yo no era experta en este mundo del todo y la experiencia hace al maestro después de todo. Su intelecto y sus conocimientos eran tales que no le tomo mucho tiempo antes de que pudiéramos establecernos y conseguirnos un nombre. Jasper le había enseñado todo lo que sabía a Jen, Jen le enseño a Ashton y ahora Ashton me enseñaba a mi.

Sin embargo no fue nada fácil mantenerse. La competencia era feroz y al ser nuevos fue difícil ganarse el resto de los demás grupos. Se tuvo que implementar nuevas estrategias y hubo que usar mucha inversión.

– ¿Una rebaja? – pregunto Ashton apretando los dientes. - Ese no era el trato.

Empecé a mostrarme poco a poco. Ashton decía que era importante que estuviera en las sombras hasta que estuviéramos seguros que era seguro, o que estaba lista.

– No tienes opción, amigo. Lo tomas o lo dejas – se rio.

Knox era un tipejo bueno para nada que se movía de un lado al otro robando y atacando distintos grupos pero con el que nadie se atrevía a meter por alguna razón.

– ¿Terminamos aquí? Tengo otras cosas que hacer. - me miro y me guiño un ojo - ¿Cuanto por tu puta?

Recuerdo que lo estaba mirando desde que llego y me preguntaba cual de los dos era peor, él por no darse cuenta que le iba a pasar o Ashton por dejarlo hablar tanto. Desde que entro lo unico que hizo fue faltarle el respeto y hablarle como si fuera inferior a él... me ponía nerviosa cada vez que veía como Ashton dejaba que le pasara por encima. La guerra por los territorios era una cosa sería, me había repetido muchas veces que era algo con lo que teníamos que tener cuidado, pero los constantes abusos de los distintos lideres de las familias estaban dando muchas bajas. El poco prestigio que conseguimos estaba tambaleandose, Ashton era visto como alguien débil, un cheque en blanco, y eso no era bueno para mi negocio.

Tenía que terminar con eso.

Él me había dicho muchas veces que era importante mantenernos tranquilos y no ir al confrontamiento porque todavía no eramos fuertes... pero esto estaba llevando mucho tiempo y no me gustaba perder tiempo, ni dinero. Si seguíamos con su plan pasarían años: yo no podía esperar años.

No sé si estaba lista o no, la verdad fue un impulso.

Saque una pistola del cajón del escritorio de Ashton y le disparé a los dos amigotes sentados a su lado. Knox, asustado, saco su pistola del bolsillo rápido, listo para dispararme, pero Ashton se levanto y lo apunto en la cabeza:

– ¿Querías hablar con El Jefe?

Estaba muy tranquila, tal como me había enseñado Ashton, pero por dentro tenía miedo y me preocupaba la impresión que le pudiera dar.

– No tengo ganas de hablar contigo – negué – No hablo con personas que no valen la pena. Mi tiempo es oro y pocos pueden pagar el precio.

Le agarre de la cabeza y la aplaste con fuerza contra la mesa ratona, poniendo la punta de la pistola en su cabeza:

– ¿Sabes que me molesta, Knox? Los tontos que se creen más listos que yo y que vienen a mi puta oficina a reírse en mi cara. Me irrita – grito encima de su cabeza.

– No sabes con quien te metes, perra.

Me reí.

– No, tu no sabes con quien te metes – baje la cara – Yo te conozco, pequeño… yo sé todo de ti. Se de tu familia, tus amigos, tus negocios y de todas las personas que has estafado…sé lo que hago. A nadie le va a importar la ausencia de un pequeño pedazo de basura como tú, tonto. No le importas a nadie.

Puse la pistola en su muñeca:

– Tu error fue pensar que podías entrar aquí y que nosotros íbamos a ceder a tus chantajes como los demás. No me importa tus putas drogas, ni tu maldita fama o tu clientela; quiero que tomes tu mierda y te largues de mi vista. ¿Entendiste?

Mire a Ashton.

– Pero no te preocupes… te enseñare modales para que aprendas a respetar a tus mayores. Le has faltado el respeto a mi beta y parece que ha sido demasiado bueno contigo dejandolo pasar... eso es algo que no tolero - susurre, levantandome y mirandole a la cara - No me gusta las personas maleducadas que entran en mi propiedad, hablan a mi gente como si fueran sus iguales y se atreven a salir vivos de aquí para contarlo.

Knox fue el inicio de todo. Había estado segura hasta ese día que nunca iba a cruzar ese limite pero las cosas que fueron bien al principio se habían vuelto en nuestra contra y todo decía que si quería sobrevivir en un mundo tan cruel tenía que ser igual que ellos.

Ese día se perdió algo dentro de mi. Mis sentimientos dieron rienda suelta a todo el dolor acumulado que llevaba guardando por mucho tiempo y acepte tomar el lugar de esa persona que por muchos años había odiado, esa mujer que me había llevado al limite y que a su vez me había salvado la vida: ser Fresa.

Desde entonces todas las incertidumbres acerca de si estaba haciendo lo correcto desaparecieron. Esa noche, mi ira y toda la sed de venganza que había gobernado mi cuerpo por tanto tiempo desaparecieron en ese único disparo que tuvo como consecuencia la muerte de Knox y dio paso a la paz. Había aceptado que había perdido a mi familia completa y que la parte de bondad a la que tanto me aferraba a creer que todavía tenía ya no estaba en mi. Ser Venecia era un sueño, no una realidad.

Antes de disparar, me tome unos segundos en pensar lo que estaba haciendo. No fue un impulso como todas veces anteriores, no, y tampoco podía excusarme que lo había para sobrevivir, aunque creo que así era; Ashton estaba armado y me protegía, yo estaba con una pistola en la mano y tenía el club lleno de guardias que acabarían con su vida antes de lograr salir de aquí si algo nos pasaba a alguno de los dos. No era una buena persona. Estaba aquí por eso. Y, diciéndome eso, mi dedo indice tiro del gatillo y acabo todo.

– Cuelga su cuerpo frente a los Rossi y diles que si envían de nuevo a un mensajero tan idiota, que lo hagan con un chaleco antibalas y un casco – dije pateando su cuerpo al pasar – Y limpia la alfombra. Odio la mugre.

Las manchas de sangre no desaparecían tan fácil… pero mis manos ya estaban empapadas desde hace mucho y no le vi sentido a seguir tratando de lavar lo imborrable.

Ashton no estaba seguro de hacer lo correcto, pero, inexplicablemente, no replico y siguió mis ordenes tal como las había dado. Estuvo callado por varios días hasta que un día un hombre toco la puerta de su oficina y Rossi Alexander apareció para hablar de negocios.

En los siguientes años el club pequeño que abrimos en las Vegas se convirtió en una enorme organización, con las familias más poderosas de Manhattan, las Vegas, Chicago, Denver y Nueva York reunidos. Ashton había logrado crear un imperio donde antes no había nada. Desde ese día las cosas cambiaron para siempre. Rossi no se tomo bien nuestra amenaza y combatió contra nosotros por mucho tiempo hasta que nuestro poder se volvió tan grande que él mismo termino aceptando que ya no podía controlarnos, o sacarnos del camino.

A pesar de que la unión con cada familia fue distinta, hubo una única condición igual para todos: El Jefe era anónimo.

Por dos años había logrado mantener una vida paralela: por momentos era Fresa, la lider y Jefe de una organización criminal que se había apoderado de las Vegas y de la mitad del país, incluso llegando a partes de Asia y Europa, y luego era Venecia, la novia linda y dulce de Azusa Takhiro. Nadie había logrado relacionar a esas dos personas en una sola. Nadie quería pensar ni siquiera que la dueña del circo era mujer. Esos hombres que decían que podía morir por “El Jefe” no querían pensar que le rendían cuentas a una mujer. Y fue gracias a eso que Venecia y Fresa existieron al mismo tiempo… pero ahora las cosas habían cambiado.

Muchas veces se negocio que para jurar lealtad querían conocer al Jefe pero Ashton nunca cedió. Nunca le pedí que se hiciera pasar El Jefe y él tampoco quiso ocupar el puesto. Ambos habíamos llegado a la conclusión que si queríamos llegar a Jasper teníamos que actuar desde las sombras y movernos sigilosamente hasta que un día estuviéramos en igual de condiciones.

Y así fue.

Hasta que Jen volvió.

Los dos años de sacrificio se veían en riesgo por la presencia del antiguo Jefe y sobrino de Jasper.



Mentiras verdaderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora