El viaje fue agotador, pudimos recaudar unos cuantos millones solamente, pero no sería suficiente para todos los planes que tenía con ella.

—Eres un puto rico de mierda —Iván chilló—. Te quejas y tienes más dinero que yo.

—Tu despilfarraste lo de tu padre —contesté sin mirarlo—. No es mi culpa que prefirieras otras cosas antes de algo estable.

—Yo tengo la casa de mamá en Moscú —Olga habló—, pero no sé si deba volver ahí, tiene mucho tiempo que no estamos allá y me da miedo.

—Cielo —mi amigo besó alguna parte de su cuerpo, lo supe por el sonido asqueroso—, conmigo siempre estarás a salvo, mejor que con este tarado.

Moscú fue el último desvío y ahí mis amigos tenían algo estable. Desde aquí manejarían lo último que me queda hasta que Charlotte decida donde quiere estar y empezar nuestra vida juntos.

Cuando volví a Canadá, fue duro recibir la calidez del lugar, Petretsy siempre era más frío, sin importar la época del año.

No sabía dónde buscar, debí comprar otro teléfono, pero no quise arriesgarme a nada y contarle a Charlotte solo empeoraría la situación. Esa zorra se escondió muy bien y no ha dado señales de vida.

Por la hora, supuse que estaría en la universidad, así que me aventuré a buscarla ahí. Clara tuvo una hora libre y la encontré merodeando por la cafetería, así que le pedí que no dijera nada, llegaría de sorpresa con mi pequeña cuando saliera de clases.

Divisé su cuerpo más delgado de lejos, su rostro se veía pálido y apagado, su cabello iba en una simple coleta y sus ojos se veían tristes. Me acomodé de modo que no me viera y justo cuando me dio la espalda me acerqué sigiloso.

Su voz me rompió, estaba pasándolo mal también.

—Milenka —la llamé y sentí lo tensa que se puso al escucharme, se giró para mirarme y sus ojos estaban llenos de lágrimas a punto de derramarse—, lamento la demora.

No me dio tiempo a nada, cuando se lanzó a mi rodeando mi cuello con sus brazos y chillando de felicidad. De inmediato la tomé de la cintura y enroscó sus piernas a mi alrededor.

—No sabes cuánto te odio —dijo enterrando su rostro en mi cuello—. Me has hecho sufrir tanto.

—Me he quedado sin teléfono —susurré al tiempo que frotaba su espalda y la pegaba más a mí, quería fundirme con ella ahí mismo si era posible—. Ni Olga, ni Iván, incluso mi portátil.

Me miró extrañada al separarse y extrañé su calor más cerca de mí.

— ¿Cómo es eso posible?

—Nos han robado y no sabemos quién —dejé un beso en su mentón—. Pero ya estoy aquí, no pude avisarte nada porque no quería gastar en recuperar mi línea, era arriesgado.

—Te extrañé muchísimo —comenzó a besar mi rostro entero—. No veía la hora de verte, incluso.

—No has comido —busqué su mirada, pero me evadió—. ¿Qué ha pasado con eso?

—Bueno... no tenía apetito.

—Tiene más de una semana vomitando y no le entra nada —la rubia habló—, le dije que no estaba bien y me ignoró.

—Es hora de irnos —el tipejo habló y se la llevó casi a rastras—. Hasta luego.

—Llámame, Charlie.

Nos quedamos en esa posición, los pasillos ya estaban vacíos y solo el sonido de las aves en los jardines, podían interrumpir ese ensordecedor silencio.

Barrera de hielo (Saga "camino a la libertad 2")Where stories live. Discover now