7 ⛥The Door

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[Recuerde querido lector, manifestar su apoyo es de suma importancia para que esta obra llegue a más personas. Usted es el responsable de las puertas por desbloquear.

Gracias eternas, Geneva Morte.]


Capítulo dedicado a @jhoannaalexandrabaro







¿Qué tan difícil es ser un demonio?

Lo natural acababa cediendo bajo su destructiva naturaleza, derrumbando con el paso del tiempo lo poco que quedaba en pie a su alrededor.

¡Cuán irresponsable e inculto es aquel que afirmó una vez sobre la crueldad de los demonios al profetizar que estos no sentían amor o dolor alguno! Que no sentían nada en general.

Pero lo cierto es que sí, sí sentimos... Pero con una profundidad tan abismal que acabamos ardiendo en las llamas de unas terribles y miserables emociones. Y esas, amigo mío...

Esas son las llamas más dolorosas del infierno.

Mirando el colgante de mi padre Samael danzar entre mis dedos me limité a parpadear lentamente, sin prestarle atención alguna a las advertencias de los demás quienes rodeaban a Deimos en la mesa del comedor.

-Yo sigo pensando que es una muy mala idea el dejaros ir solos. -volvió a quejarse Jacob por decimo quinta vez.

Le observé de reojo y la oscuridad de mi mirada era tal que todos giraron el rostro en mi dirección.

-Claro, Jacob. ¿Cómo se nos ocurre el no ir acompañados de ti? Un mortal que de seguro si surgen problemas se quitará el zapato y lo lanzará contra el enemigo, fallando por supuesto, antes de echar a correr.

Todos se aguantaron la risa para no hacerle sentir mal pero mi comentario fue más que suficiente.

-Cambiando de tema, ¿cómo cruzaréis esta vez la puerta del infierno?

Le agradecí en silencio a Idalia antes de levantarme, dejando así de calentarme junto a la chimenea.

-Este colgante es de mi padre. Con él me prometió el poder cruzar la puerta del averno sin problema alguno.

-Claro, porque ser la princesa no es suficiente motivo. -escuché bufar a Alexander.

-Gracias, Tracy. -sonreí cuando estrelló la palma de su mano contra la nuca de mi mejor y testarudo amigo.

Deimos se acercó a mí y volví a pasar mis descarados ojos por todo su cuerpo.

-No pensé que volverías a vestir de blanco. -me sinceré.

Su toga aterciopelada de cuello bajo tenía mangas largas y le llegaba hasta los tobillos. Alrededor de la zona de las muñecas tenía decoraciones con espinas doradas al igual que los bajos de la vestimenta. No hacía falta describir lo que recorrió mi estómago y pecho al ver los escritos negros en la piel de sus manos y cuello.

AMOS© |TRILOGÍA AMOS 3|Where stories live. Discover now