DOS

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Los últimos vestigios del sol pintaban el horizonte, unos minutos más y tan solo las luces artificiales serían quienes iluminaran sus ruborizados rostros. Blair veía a Jungkook pasar el rato como si lo que vivían fuese una especie de atracción turística, solo faltaba que sonriera para completar el cuadro. Mientras tanto, ella sufría por cada segundo que pasaba sin señales de que su situacion mejoraría.

Comenzaba a resignarse, creyendo que ambos terminarían pasando la noche entera allí, bajo aquellos gruesos cables y la burla de las estrellas, las cuales ya hacían presencia notoria en el cielo.

—Moriremos aquí.

—Por Dios, Blair, no seas extremista.

—Se olvidarán de nosotros y moriremos aquí —repitió, guardando sus manos bajo sus axilas.

Jungkook respiró hondo.

—Deja de decirlo o pasará —le dijo.

—Llevamos como veinte minutos aquí, Jungkook. Si no lo han arreglado aún es porque ha pasado algo grave.

—A lo mejor están reemplazando alguna pieza importante. Dales más tiempo, ¿sí?

Blair se quejó sacudiendo sus pies al aire, como una especie de rabieta que la liberaba de su frustración.

—Estoy harta. Y aún tengo miedo...

—Hablemos de algo —sugirió él.

—¿De qué? Mi mente está en blanco.

—Lo que quieras. Adelante.

Ella realmente no tenía ni idea de qué decir, comenzaba a creer que su cerebro también se estaba congelando para este punto. Pero se le ocurrió algo:

—¿Podrías buscar mis guantes mañana en el restaurante?

—¿Por qué yo? —se quejó tras un soplido de incredulidad.

—Sabes que me da un poco de vergüenza entrar a algún sitio sola, me pongo nerviosa. ¿Puedes?

—Dile a Jimin, te la pasas siempre con él de todos modos.

—Estás siendo malvado.

—No soy yo quien deja el regalo de alguien importante por ahí, como si no valiera nada —expresó resentido.

—¿De alguien importante? —recalcó

Jungkook la miró con una ceja alzada.

—¿No lo fui en su momento?

Entonces ella se arrepintió de sus palabras anteriores. Pues, le había dado paso a una pregunta que no supo cómo contestar después...

Jungkook continuó mirándola esperando por ella. No dudaba en clavarle esos ojos suyos que muchas veces lograron derretirla de pies a cabeza, pero Blair optó por rendirse y cambiar la dirección a la que antes apuntaba su vista. Acto seguido, él lamió su labio inferior e imitó su gesto. Ambos, terminando así, como las presas fáciles de la incomodidad.

• • •

Finalmente, la cruda noche cayó sobre sus hombros y nadie volvió a brindarles información mediante los altavoces. Blair había comenzado a temblar y ningún movimiento suyo parecía calmarlo. Por su parte, Jungkook sostenía su teléfono mientras se enviaba mensajes con alguien, y por lo que ella había podido ver, se trataba de una chica; y su nombre no formaba parte de las féminas en su grupo de amigos. Ella quería evitar lanzar su ojo a la pantalla, pero la curiosidad podía más que su recato.

—¿Es la mesera? —se atrevió a preguntar. Era lo primero que decía desde aquel silencio desagradable.

—¿Perdón? —le dijo sin despegar los ojos de la pantalla. Seguía tecleando.

—Que si es la mesera la persona con quien hablas. La vi darte su número.

Jungkook sonrió por el último mensaje que le habían escrito y guardó el teléfono en el bolsillo de su chaqueta. Ahora sí, la miró mientras se acercaba las manos a la boca para calentarlas con su aliento y después habló:

—¿Y es que también lo quieres? —se mofó, en realidad.

—No me molestaría, era guapa.

Él alzó los hombros.

—Más o menos.

—No tienes que fingir. Lo era.

—¿Hay un propósito, Blair? Porque no te estoy entendiendo —manifestó, cansándose de aquella palabrería—. ¿O es que me quieres hacer de cupido con la mesera? —se burló.

—Solo te pregunté si era con ella con quien hablabas tan entretenido. No tienes porqué ser grosero —le dijo.

—Estás muy sensible hoy.

—¿Te parece poco que lo esté si ando metida en este lío contigo? Eres de todo menos una persona empática.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Qué te mime en mis brazos hasta que todo pase? No eres una niña, Blair.

Molesta, ella cruzó la piernas y empezó a agitarlas en el aire. Claro que a él no le pediría tal cosa, pero un par de frases de aliento no le caerían mal. Aunque sabía de antemano que a Jungkook no se le daban muy bien este tipo de gestos. Y que se quitara los guantes hace un rato para dárselos a ella había sido una total sorpresa.

—Por eso terminé contigo —murmuró.

—¿Qué dijiste? —le preguntó él, alcanzando a escucharla.

—Lo que oíste.

Blair se abrazó mucho más fuerte por la repentina brisa que los arropó mientras Jungkook no le quitaba los ojos de encima, incapaz de creer lo que acababa de decir. Él suspiró y negó con la cabeza. Era el colmo que mencionara eso, siendo tan serio.

—No sé qué querías de mí, Blair. Te di todo lo que tenía y aún así no fue suficiente —le dijo sin quedarse atrás, ahora que el tema había surgido.

—Mientes. Pero déjalo así.

—A ti jamás te he mentido —le aseguró, guardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta gracias a la gélida brisa.

—Me gustaría que las cosas hubiesen acabado diferente, pero nunca pusiste de tu parte. Parecía que nada te importaba, Jungkook.

Este la observó con escepticismo ante lo que decía. Bajo su criterio, él sí se había esforzado para mantener la relación a flote cuando las soluciones se terminaban, en cambio, ella era quien lucía poco apreciativa frente a sus intentos. Ninguno fue perfecto, pero ella no podía tener el descaro de culparlo solo a él por un error mutuo.

Las cosas continuaron por ese camino, y pronto, la brisa que antes los amenazaba, se convirtió en una ventisca que les removió el cabello e incluso las partes flojas de sus ropas. No obstante, lo ignoraron para poder seguir derramando comentarios sobre lo que algún día fue, sin percatarse de lo vulnerables que se hacían con el pasar de los segundos. Y no fue hasta que la silla comenzó a moverse bruscamente que guardaron silencio y miraron a su alrededor.

Todas las sillas se movían y los cables que las sostenían danzaban de un lado a otro, provocando que los dos se sujetaran con fuerza mientras el terror se colaba en la escena. Blair suplicaba entre murmurllos, reacia a abrir los ojos, y por primera vez, Jungkook tuvo miedo de estar en aquella cima. Pero tras unos minutos que imitaban lo eterno, la serenidad reinó de nuevo; y cuando volvieron a abrir los ojos, se abrazaban con tanto anhelo que sus rostros solo se rozaban.

Lo que, precisamente, fue los que causó una rápida distancia entre ellos.

| 𓂅 ༘  ❄️  ༘𓂅 |

20.3.24

Recuerdos en la nieve » j.jkWhere stories live. Discover now