El gruñido que salió de su garganta me hizo gemir. El lugar y la incomodidad pasaron a segundo plano después de escucharlo, la intensidad con la que me mira, como muerde su labio inferior con ganas de más.

Empujó mi cabeza hasta que su verga se sintió más hinchada, me costaba respirar, sentí las lágrimas en mis ojos. Miró al techo y se detuvo. Sentí la viscosidad resbalar y la tragué.

Me tomó por el cuello y me levantó.

— ¿Quieres soltar a la bestia que habita en mí, pequeña?

—Solo si me aseguras que esa bestia estará solo conmigo.

Sonrió victorioso y me alzó con gracilidad. Chillé al sentir las frías baldosas en mi espalda, de una me penetró y me hizo sentirlo más profundo.

—Luka...

Gemí fuerte cuando el calor se concentró en mi vientre bajo. Su mano derecha apretaba mi nalga, mientras la otra insistía en querer cortar mi respiración. Mis uñas hacían medias lunas en sus hombros y entonces llegó el orgasmos.

—Estás haciendo un desastre de mí —dije agitada—, no he comido nada y —me detuve al sentir el calambre en mi estómago—, me voy a desmayar si sigues haciendo esto conmigo.

—Podemos solucionarlo.

Sin bajarme, salió de la ducha y fuimos a la recamara.

No se detuvo a pensar en las toallas para secar el exceso de agua, se sentó en la cama y tomó el teléfono de la habitación; pidió mucha fruta para después colgar y después atacó mis senos sin piedad.

—Luka —dejó una nalgada en mi glúteo sin despegarse de mi duro pezón—. Por favor...

—Tu castigo está muy lejos de terminar, pequeña Lottie.

Iba a matarme...

Cuando la comida llegó, no se molestó en cubrirse y salir a recibirla. Yo corrí y me encerré en el baño de nuevo para poder quitarme el sudor del cuerpo y cerciorarme que los fluidos de mi vagina son normales y no haya sangrados que indiquen que me estoy muriendo por el exceso de sexo y orgasmos que me están proporcionando.

—Una vez compruebes que sigues entera, te espero para desayunar, ¿de acuerdo?

—Si —contesté instantes después.

Me coloqué la bata y una toalla para secar mi cabello y salí. No estaba en la recamara.

Una suave música sonaba en el salón cuando salí. Luka estaba sentado en el banco con los brazos apoyados en la barra que da a la cocina, entonces pude apreciar el tatuaje de líneas tribales que no lograba entender bien y recorrían su hombro hasta el cuello en ambos lados.

—Es fácil consentirte aquí —dijo sin mirar atrás—. Todas tus frutillas favoritas y esto —levantó una rosa tinta en sus manos y se giró para mirarme.

—Bueno, no sé por qué motivo mamá escogió Canadá, pero aquí terminamos años atrás.

Ahora llevaba unos pantalones de pijama negros, su cabello húmedo le caía en la cara y sus mejillas se movían, en señal de masticar algo.

—El que sea, son libres ahora —sonrió—. Aunque tu castigo...

Se puso de pie y caminó hacia mí.

—Luka — coloqué mi puño en su duro estómago para detenerlo—, aún tengo muchas preguntas, muchas dudas, pero quería verte, tenía que verte.

— ¿Me dejarás explicarte todo?

Asentí.

—Te aprovechaste de mí con esas gotas, ¿por qué?

—Nunca lo hice con esa intención, lo juro —su voz era suave, tranquila—. Cuando ibas a mí por las pesadillas yo estaba despierto algunas veces. Temía que si tomaba las gotas, no escucharía cuando me llamaras y quería estar siempre que me necesitaras, sabía lo que te afectaba que nuestros padres pelearan y todas esas sombras que veías.

Barrera de hielo (Saga "camino a la libertad 2")Where stories live. Discover now