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Distintas brochas con distintos trabajos pasaban por su cara suavemente mientras ella solo mantenía los ojos cerrados pensando en la noche que tendría.
Quedaban sólo horas para que llegara el turno de The Driver Era en el Lollapalooza de Argentina. La emoción que sentía todos era realmente notable, logrando que Emma se emocionara aún más.
— ¿Cómo está el amor de mi vida? — preguntó un rubio entrando a la habitación.
Hamilton abrió los ojos con rapidez mirándolo con una sonrisa genuina.
— Está muy feliz por su lindo novio. — mordió un lado de su mejilla haciendo que Ross sonriera.
— El amor y sus cosas. — dijo una de las maquilladoras rodando los ojos con ternura.
— ¿Cuándo me devuelven a mi novia? — preguntó por tercera vez en una hora a los maquilladores.
— Debes esperar a que pongamos a tu novia preciosa, Lynch. Calma. — pidieron por tercera vez.
— Ya mi novia está preciosa, por si no lo sabían. — soltó acercándose a la rubia y dejando un corto beso en sus labios. Antes de alejarse por completo habló. — Te amo.
— Yo más. — dejó un beso en sus labios y lo alejó de ella. — Ahora vete de aquí.
— Como usted diga. — soltó una sonrisa ladina y dio media vuelta saliendo de la habitación.
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— ¡The driver era! — gritaron por los pasillos. — Estarán por subir en 10 minutos, estén listos.
Ross soltó un largo suspiro, logrando obtener la mirada de la rubia que tenía su mano tomada con la de él.
