David II

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Lo primero que notó fue un silencio que acallaba los gritos de su alma. Lo segundo fue que estaba rodeado por una inmensa oscuridad. Quiso gritar, quiso moverse, pero no pudo. Sintió el suelo debajo de sus pies, pero no había nada que pisar. Sus sentidos le mentían o el lugar en donde estaba los sentidos no existían.

Lo único que controlaba era su aturdida mente, que lo torturaba con pensamientos de muerte y desesperación. Un rayo de luz penetró en la penumbra, la cual atrajo su atención. La luz era hermosa, pero él sentía que también emanaba algo ominoso, algo que hacía temblar su alma. Al darse cuenta de esto, fue consciente que su respiración era agitada y con eso, una intensa sensación de asfixia lo arrolló.

La pequeña columna de luz empezó a expandirse con cada vez más fuerza. Alzó la vista con dificultad. Su cuerpo le temblaba, como si estuviera a punto de hacer catarsis. Vio un inmenso ojo en llamas con una iris tan negra que desteñía la oscuridad en la que se encontraba. El ojo dirigía su vista de un costado hacia el otro con un frenesí inimaginable, como si leyera las líneas de un libro, como si viera a través distintas dimensiones y líneas temporales. Se detuvo de golpe y puso su atención sobre él. David sintió terror, tristeza, odio y felicidad al mismo tiempo. Su mente no podía procesar todas esas emociones, y por un segundo sintió que su cabeza exploraría, pero antes de que eso pasara abrió los ojos.

Vio los diferentes libros que estaban tirados por el piso, luego giró la vista hacia el frente y vio el pequeño cuerpo sin vida de Maxhuel, que estaba tirado en el suelo encima de un charco de  sangre. El dolor que sentía al ver eso estrujó su pecho. En otros momentos hubiera pensado que sentir tristeza por la muerte de un animal que apenas conocía era algo estúpido, pero en ese momento no le pareció que fuera así. David había sido un completo extraño para Maxhuel también y aun así lo protegió hasta el punto de perder su vida. Todo por un completo desconocido.

Volvió a tomarlo entre sus manos. No podía dejarlo ahí tirado, tenía que enterrarlo. Era lo mínimo que podía hacer, pero no podía hacerlo en ese lugar junto al cuerpo de aquella monstruosa criatura que empezaba a desintegrase en un fino polvo gris.

Luego se percató que Mingis no había dicho nada desde que él había despertado. La buscó mirando hacia los costados, luego se dio la vuelta. Su libro estaba abierto boca abajo contra el suelo. Se acercó con cuidado para recogerlo. Dejó a un costado el cuerpo de Maxhuel y tomó la tapa negra como la noche, que le recordó por unos momentos el sueño que había tenido, pero alejó con brusquedad a aquellos pensamientos.

Al observar el libro con detenimiento se dio cuenta que las palabras, que antes estaban escritas con sangre fresca, ahora solo parecía tinta negra. Llamó varias veces a Mingis pero no recibió respuesta. «Ella gastó mucha energía para poder salvarme de aquella bestia» fue lo que pensó preocupado, no sabía en qué estado estaba o si aun seguía con vida.

Se llenó de arrepentimiento, pero más que eso se llenó de frustración. «Si hubiera hecho más. Si tan solo no fuera tan... Inútil» fueron las palabras que atravesaron su mente. Era su culpa, su responsabilidad por depender de otros, por no tener la fuerza necesaria para proteger a aquellos que le importaban. Alzó la vista al cielo, la cual era tapada con la espesa niebla. En ese instante se dio cuenta que volvía a estar solo en ese tétrico lugar y el vacío que pensaba que se había esfumado regresó con tal impacto que pensó por unos instantes en morir.

Guardó el libro de Mingis en el bolsillo de su túnica. Tomó el cuerpo de Maxhuel en brazos y avanzó por el camino pedregoso con la intención de salir de ahí. Buscaría un lugar alejado donde no oliera a muerte, donde pudiera enterrar a su pequeño amigo.

Caminó un buen tiempo con la mente adormecida. David solo se concentró en caminar, como si de un zombie se tratara. Su mente lo hacía como medio de protección. Luego una pequeña luz lo sacó de su transe. Se trataba de otra lámpara de aceite. Se quedó parado contemplándola por unos segundos. La luz era hermosa e hipnotizante, se sentía a salvo bajo ella. Ese era el lugar indicado.

Dissonant Souls - [Almas Disonantes]Where stories live. Discover now