Lemmon sin sentido

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Se me ocurrió a la 1:45am ¡horario México! Disfrutenlo...!
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Lunes por la mañana... otra vez a empezar con la maldita rutina -suspiré.- Me miré al espejo, divisé mi reflejo; ojos oscuros, cabello desordenado y de un tono rubio no muy claro, mi piel hacía que todo eso contrastara, piel pálida, blanca,  demasiado para mi gusto y al rededor de mis ojos un par de ojeras que han estado allí toda mi vida.
El uniforme yacía sobre una silla recién planchado y acomodado, me metí a la ducha y mis ideas fluían por mi mente, - joder -, me maldije, pensaba en mi vida lentamente, analizaba cada momento que no me agradaba, hasta que un grito de mi madre me sacó de mi auto-análisis.

-Matthew!- gritó desde la planta baja, para no hacerla esperar más salí de la ducha, me vestí lo más rápido que pude y baje por las escaleras a toda velocidad.

- Cariño ¿quieres desayunar? - dijo mi madre al verme entrar a la cocina - hay waffles...

- No estoy seguro mamá, se me hace tarde para el instituto, gracias de todas maneras... - salí por la puerta sin darle demasiada importancia al desayuno.

Después de salir de casa seguí mi rumbo hacía la cárcel que me esperaba. Realmente no sé de qué me quejó, soy bueno en las materias no tengo problema alguno, tengo amigos, pocos pero al menos no estoy solo y estoy a gusto.
Llegué a la puerta de entrada del colegio.

- Genial...- un par de profesores revisaban en la puerta.
Vi que revisaban a la chica que siempre quería llamar la atención. Revisaron su mochila rosada; cocaína.
¿Que mier...? Sabía que quería ser popular pero no a tal grado.

-Menos mal que deje el mechero y los cigarrillos en casa.- pensé mientras admiraba aquella escena en la que la chica rogaba e inventaba excusas -al menos para mi lo eran.- La profesora de anatomía la llevó a la oficina del director.

-Siguiente- Nombró con desdén el profesor Patrick, aquel viejo amargado que nos daba lengua.
Caminé hasta donde el estaba, comenzó a revisar mi mochila, al no encontrar nada inusual me miró de arriba a abajo, reviso los bolsillos de mi pantalón y chaqueta, pensé que saldría vivo hasta que revisó mis brazos...

-¡¡Maldita sea!!- grité para mis adentros. Mis brazos estaban llenos de marcas que yo mismo había hecho con las navajas que me salvaban de volverme loco, justo tenía unas que me había hecho la noche anterior.

- Otra víctima, parece que deberá ir con el psicólogo Sr. Williams- dijo mirando mis cicatrices, algunas casi invisibles, otras por desaparecer y tres abiertas.

-¿Víctima?

-Muchos chicos sufren de esto y parece que usted no es la excepción... pensé que usted no se envolvería en esto- joder... qué no me hable como si fuera especial, soy otra persona en esté maldito mundo.

-Bien, bien, iré al psicólogo después de clases- volver a ir con un loquero no me apetecía, ya había ido hace un tiempo, y sinceramente no veía resultados, ja, tal vez es mi habilidad para manipular a esos tíos que quieren ayudar a los demás, sus mentes son débiles y fácilmente puedes entrar en ella y mover aquí y allá y ¡pooof! Las otras personas están locas y tú no.

El profesor me dejo pasar y yo fui a mi aula, estaba casí vacía, sólo estaban dos chicos fumando y unas cuantas tías maquillándose como sí fueran a asistir a una pasarela,  rodé los ojos y entré, Julián que era uno de los chicos que estaban ahí, se acercó y me ofreció un cigarrillo, sabía que en cualquier momento podría llegar un profe pero la tentación era más así que acepté. Tome el rollo de cáncer entre mis dedos y di una calada, realmente necesitaba llenar mis pulmones de ese humo suciamente delicioso. Por un momento olvidé el psicólogo, mis malos ratos... las cortadas... coño...

"Fieras". [Yaoi One Shots #1]Where stories live. Discover now