"Deberías llevarte a vivir contigo a Beck. Ella estará feliz de estar contigo y así siguen fingiendo su romance" -  sugirió Irin de manera divertida.


"Irin, basta" -  la regañé, tratando de evitar el tema incómodo.


"Hecho" -  contestó feliz Alexandra. Antes de que pudiera responder, mi celular comenzó a sonar. Vi la pantalla y era mamá. Me disculpé con ambas y me dirigí al baño para contestar la llamada.


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POV ALEXANDRA


Vi a Beck marcharse de la mesa para contestar su llamada y sonreí inconscientemente. Hacía más de un mes que no la veía, había regresado a Bangkok donde tenía una vida establecida.


Cuando la conocí, sentí como si el tiempo se detuviera por un momento. Fue una atracción instantánea y una conexión más allá de las palabras. Mi corazón latía muy rápido, esa maldita sensación de mariposas en el estómago y una sensación de euforia me envolvió. Era esa otra parte que complementa perfectamente mi vida, algo que no sabía que necesitaba hasta que la conocí.


Pero la realidad era otra. Ella llevaba un anillo, estaba casada, y solo sonreí. No importaba ser solo su amiga. A veces las cosas no salen como uno quiere.


Hicimos click desde el primer instante que hablamos. Ella me entendía, todo fluía, parecía que llevaba toda la vida conociéndola. Mientras más estaba a su lado, más sentía envidia de la persona con la que estaba casada. Era afortunada de estar con alguien como Beck.


Pasó aproximadamente un año, y Beck siempre lloraba. Cada noche era la misma rutina. Me confesó la realidad detrás de su matrimonio y el amor que sentía por aquella chica, aunque no fuera correspondido. Intenté estar para ella siempre, y poco a poco fue mejorando. Ya no lloraba y el anillo desapareció de su dedo.


"¿Por qué no se lo has dicho?" -  preguntó Irin, sacándome de mis pensamientos.


"¿Soy tan obvia?" -  respondí, sintiéndome un poco vulnerable.


"Es inevitable estar enamorada de Beck" -  afirmó Irin.


"Espera, ¿tú lo estás? ¿Tú y ella?" -  pregunté titubeando.


"Jaja, demonios no, quiero decir que Beck es hermosa" - aclaró Irin.


"Sí, lo es. No solo físicamente" - coincidí.


"Deberías decírselo, no te lo guardes" - insistió Irin.


"Ella tiene muchos conflictos. Confesarlo cuando está vulnerable sería darle un mayor problema a sus emociones" - expliqué, tratando de justificar mi silencio.


"La idiota de Freen no la merece" - exclamó Irin enojada.


"Beck la ama. Debo respetar eso. Si le digo lo que siento, puede que me corresponda solo para no herir mis sentimientos" -  reflexioné.


"Ella merece ser feliz, no sufrir más. Tú la tratas como si fuera la mejor pieza de arte en tu colección" -  comentó Irin.


"Jaja, entendiste mi concepto" - respondí, riendo.


"¿Solo te quedarás así, sin decir nada?" - cuestionó Irin.


"Descuida, la cuidaré" - aseguré.


Claro que muchas veces me imaginé confesándole a Beck lo que sentía. Mil escenarios cruzaban por mi mente, muchas veces imaginé sus besos. Pero si confesar lo que sentía implicaba que ella se alejara definitivamente, estaba mejor así.


Mientras Beck estuviera feliz y no volviera a tocar fondo, yo sería feliz siendo su mejor amiga. Su cercanía era más que suficiente.


Beck regresó a la mesa e Irin y yo le sonreímos, aunque nos miraba un poco extraño. Pero no dijo nada, solo se sentó a mi lado y la plática fluyó.



El Lazo Que Nunca Se RompioWhere stories live. Discover now