Capítulo 5

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No recuerdo que Mash me haya dicho que los iba a invitar a ellos también, si fuera así me negaría rotundamente, jamás pensé querer huir de mi propia casa, la presencia de Abel y de Abyss no me incomodan, pero la de Rayne si más al recordar el bendito beso bueno, no fue bendito fue salvaje y me g-u-s-t-o.

Deje las bolsas del mandado en la mesa que tenemos, sin que mi padre me lo pidiera comencé acomodar cada cosa en su respectivo lugar, despistadamente le hice una seña a mi hermano para que se acercara a mí. Él se acercó a mí de inmediato pegando su cabezota en la mía. 

—¿A ellos tres quien los invito? —le susurre muy bajo, para que solo él me escuchara.

—No lo sé, de repente llegaron ellos tres. —hablo de la misma manera que yo. —Aunque lo más seguro es que Finn haya invitado a su hermano.

No se me había ocurrido eso, no sé en qué momento ellos se avisan en donde están, aunque bueno. Yo también haría lo mismo con Mash, va hacer una tarde algo incomoda para mí.

Inesperadamente Abel saco sus cartas de pokar para que juguemos todos, esos tipos soy mala lo admito y hoy no fue la excepción, hasta Lemon que es mala en casi todo logro ganarme, llego un punto donde mande al carajo las cartas. No quería humillarme más o mejor dicho Mash y yo desertamos para no humillarnos.

Me levante del suelo para ayudarle a mi padre a recoger la leña que tenemos apilada afuera de la casa, quien hace ese trabajo es Mash con sus manos no requiere de un hacha para hacerlo, tome cinco trozos de leña para llevarla adentro de la casa di tres vueltas para acarrear la leña y en todo momento sentía la mirada de alguien sobre mí, no me atrevía a voltear para averiguar quien pudiera ser, porque sabia la respuesta. Para empezar no se que culpa cargo, yo no fui quien lo beso sino él y estoy actuando como una estúpida ignorándolo en mi propia casa como si hubiese cometido un crimen.

Pero no tengo el valor suficiente para correrlo, mi padre piensa que todos ellos son amigos de Mash y míos, pero son más de mi hermano que míos. Cobardemente me fui a la ciudad con el pretexto de que compraría algo que me hacia falta, en parte fue verdad ocupo una escoba nueva y una varita también.

Al adentrarme al local donde venden cantidad de varitas las cuales tapizaban la pared, esperaba la bienvenida del señor que siempre se encarga de este local, sin embargo, no aparecía nadie, la única luz presente en la habitación era la luz del día que entraba por las pocas ventanas.

—Hola. —camine al centro del local. —¿Hay alguien aquí?

Miraba a mi alrededor, pero no había ninguna señal del señor, me extrañaba pues cada que alguien entraba inmediatamente salía.

—Señor de las varitas.

Mi voz sonó como un ego en todo el local, la poca luz había desaparecido y la oscuridad se apodero de todo el local retrocedí unos pasos hacia atrás ¿Qué carajos pasa? Gire de inmediato para salir, pero la puerta había desaparecido solo estaba una capa oscura a mi alrededor me atreví a tocar esa abrumadora oscuridad, la sensación es como si tocara una capa de hielo, mis dedos se enfriaron al instante, pero sabía que no era hielo eso...

Un sonido me hizo girar, era como si pusiera la leña en el fuego y se estuviera consumiendo. Al menos acerté en el fuego, pero no era el común que conozco este era azul. Coloque mis manos a mis costados lista para atacar si es necesario.

—Hija de la tierra, del agua y del fuego. —la voz era de una mujer mayor. —Hija de cada elemento.

Entre esas llamas azules la silueta de una mujer se fue haciendo cada vez más visible, sin embargo, su rostro seguía siendo un misterio para mí oculta en la capucha de la túnica que tenia puesta color rojo sangre.

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