Ella es alguien que vive para proteger a sus únicos familiares que le quedan.
En cambio el es alguien solitario, alguien que no le importa los demas que le rodean, pero muy en el fondo es alguien protector.
Ella era el cálido sol.
el era aquella br...
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La luz del sol se filtraba entre los edificios abandonados, pintando sombras alargadas en el asfalto roto. Glenn y yo bajábamos de la azotea con cautela por la escalera de incendios, el ruido que provenía de la azotea de donde habíamos saltado ya no se escuchaba tan fuerte, tal vez se fueron de ahí. Por suerte ambos conocíamos la ciudad como la palma de nuestra mano, por lo que se nos seria fácil salir corriendo sin preocupación de toparnos con algún lugar sin salida, lo que nos daba una ligera ventaja en este caos post-apocalíptico.
— ¿Vamos al campamento? —
Preguntó Glenn mirándome con un ligero toque de preocupación mientras ajustaba su mochila.
— ¿Ya estás cansado de mi compañía, Glenn? —
Respondí con un toque animado, como si no me hubiera meado en los pantalones por saltar de una azotea considerablemente alta, en mi mano ya tenia aquella navaja que anteriormente Daryl me había prestado. Mire a todos lados, veía uno que otro cuerpo, cosa que no era mucho por preocuparse, pero igual hay que estar preparados.
— ¡No puedo culparte! Soy una delicia para estar cerca —
Glenn rodó los ojos con diversión. Era difícil no admirar aquel corazón bondadoso que tiene, incluso en medio de esta pesadilla. Pero había asuntos pendientes que atender antes de irnos al campamento.
— Necesitamos suministros —
Dije, señalando hacia la calle con obviedad, eso y que necesitaba ir a una farmacia para los productos que me había pedido Lori y según Daryl conseguir algunos medicamentos para Merle.
— Una farmacia no estaría mal —
Glenn me miro por unos segundos para luego asentir todo rendido, pero yo se que comprendió la importancia de nuestras gran misiones. Nos adentramos en las calles semi desiertas, con el susurro de los muertos a nuestro alrededor empezamos a correr tratando de ser sigilosos para que no nos vieran.
Las calles estaban llenas de escombros y signos de saqueo. Nos movíamos con cuidado, cada movimiento calculado, cada susurro ahogado por el silencio mortal que nos rodeaba. Aunque mi sonrisa seguía en su lugar, mi corazón latía con fuerza, una mezcla de miedo y emoción ante lo desconocido, eso sin contar que mis piernas seguían temblando, aquello no se me olvidara con facilidad.
Finalmente, encontramos una pequeña farmacia, con las ventanas rotas y los estantes saqueados. Nos deslizamos dentro, con Glenn a mi lado, sus ojos atentos escudriñando cada rincón en busca de peligro.
— Aquí debería haber algo que nos sirva —
Murmuré mientras abría armarios y cajones en busca de medicamentos y suministros básicos.
Glenn se unió a la búsqueda, sus manos ágiles moviéndose con destreza mientras exploraba los estantes vacíos en busca de algo útil.
En uno de los estantes encontré lo primero en la lista de Lori, un paquete de condones bien intacto. Con rapidez los agarre y lo guarde en la mochila. Al levantar la mirada vi que Glenn me miraba algo extrañado.
