Chapter Thirteen

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Anabelle

10 años atrás

Intento hacerme una trenza, pero estoy perdiendo la poca paciencia que tengo. No puedo quejarme con mi mamá para que me haga una, así que resoplo varias veces hasta quedarme una trenza bastante chueca y varios pelos fueras de estas.

Niego varias veces y decido acostarme a dormir, pero la figura de mi abuela riéndose en el umbral de la puerta, hace que me enfade un poco.

— ¿Llevas mucho tiempo observando el desastre de tu nieta?

Está asiente, y me acuesto en la cama con los brazos cruzados. Doy toda seguridad a que tengo los labios estirados en forma de niña malcriada.

—Párate Bell, te voy hacer una trenza de ensueños.

Me siento enseguida.

Mi abuela ya está bastante mayor, tiene el pelo lleno de canas aunque aún tiene unos pelitos rebeldes de color negro que se niegan a volverse blancos. Me encuentro en su casa, debido a que mis padres están en unas inventadas vacaciones, sin su estrés económico “alias yo”.

—No me canso de mirarte Bell, me parece estar viendo mi reflejo. Yo era una jovencita bastante guapa, tenía cientos de chicos babeando por mí.

—Abuela, por favor, ese vocabulario juvenil que has adquirido. —Ambas reímos con mi comentario

Mi madre dice que no puedo guiarme por los cuentos de mi abuela, tal parece que ha perdido la mente en algunos momentos y comienza a contar historias de animales fantásticos y aventuras poco creíble.

—Ya la princesa Anabelle Saltzman, tiene la trenza más hermosa de todo el clan Doolbckalb. —Comienza aplaudir y me obliga a mirarme en el espejo.

—Dos cosas abuela, primero no quiero ser una princesa, me parece absurdo el tema de que tenga que esperar un príncipe para salir de apuros. —Miro mi reflejo y el de mi abuela, que parece ilusionada por tenerme en casa. No puedo decirle que parece una chiflada hablando de esa comunidad rara— Segundo, tengo a la mejor abuela del mundo.

—Lo sé pequeña mariposa rebelde, soy la abuela más cool del mundo.

Actualidad

Seco mis lágrimas rápido.

Ese recuerdo de mi abuela me ha llevado a cuestionarme diez millones de cosas de mi pasado. Quizás las pistas de quien me persigue y de quien soy en realidad, estaban en sus cuentos, pero siempre los creí tan inestables y pocos aceptables.

Me encuentro al enfrente de un espejo, mientras dos chicas comienzan a peinarme para el baile que dará Lilith en mi honor. La piel se me eriza a cada segundo, soy un manojo de nervios. ¿Y si no cumplo con los estándares de los vampiros? ¿Y si me encuentro la figura que quiere matarme?

Llevo un vestido largo rojo, que me queda entallado en mi cuerpo y hace que mi piel blanca pálida se resalte. Mis labios lo pintan de igual color y dejan mi pelo suelto, con pequeñas hondas en las puntas.

Las chicas me miran y suspiran.

—Señorita, eres tan hermosa como su abuela.

—Ese vestido lo usó una vez, aunque realmente lo odio, pero a ti se te ve perfecto.

Intento sonreír, decirle que estoy conforme con todo, pero solo estoy asustada. Cada vez que doy un paso, todos me recuerdan la figura de mi abuela.

—Muchas gracias por su ayuda, creen que me puedan dejar a solas un momento.

Memorias SangrientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora