—Cariño —mi madre me llamó—, acércate.

— ¿Qué pasa?

—Volveremos a casa —sonrió débil, ya no estaba tan hinchada y su piel tenía mejor color—. Ya he podido levantarme de la cama por la noche.

—Mamá.

—Todo está bien ahora, estamos juntas otra vez —su semblante cambió—. Aunque no me has contado lo que ha sucedido contigo todo este tiempo. Te buscamos por todos lados cuando te fuiste del coche de Jared, estaba muy preocupado por ti.

—Yo...

—Ese chico no es bueno y lo sabes —señaló la puerta—. No puedes dejar que te engañe de nuevo.

—No me han hecho nada malo, desde que llegué aquí todo han sido atenciones hacia mí —señalé mi estómago—, me han hecho subir de peso.

Fingí mi mejor sonrisa.

No se por cuánto tiempo podría engañarla, ella no era alguien fácil pero tampoco era imposible.

Los siguientes días pasaron más rápido y pude convencer a Olga de que le dijera a Luka la decisión que había tomado con mi madre.

—Es un suicidio lo que propones —Iván estaba cruzado de brazos en la puerta—. Va a matarla, luego a mí y... luego a ti.

—Este no es nuestro sitio —bajé la voz al escuchar que mi madre se quejaba entre sueños—. Debo llevarla a casa.

—Pídemelo tú misma —su voz erizó los bellos de mi nuca.

Al fijar la vista detrás del chico, estaba Luka. Su altura era más notoria y su mirada dura. No se parecía en nada al chico que he conocido estos días o en mi infancia. Era frío, cortante.

—No vamos a quedarnos más tiempo aquí —di un paso e indiqué a Iván y Olga que salieran—. Te dije que no pertenecemos aquí.

Desvió la mirada y tenía los brazos cruzados, pero no entró a la habitación.

—De acuerdo —dijo sin más—. En cuanto tu madre pueda hacer mejor las cosas, sola, se irán.

Abrí grandes los ojos.

Traté de ocultar la enorme sonrisa que se quería dibujar en mi rostro, así que agaché la cabeza y después volví a mirarlo.

—Gracias —dije pero ya se había dado media vuelta.

No era posible que lo haya convencido tan fácilmente. Algo pasó, algo cambió en él. Su presencia era diferente.

Una semana más tarde...

El auto negro estacionado afuera estaba listo para nosotras. Nos llevaría al aeropuerto y tomaríamos un avión privado para ir a casa otra vez.

—Te voy a extrañar —Olga me abrazó fuerte—, estar entre brutos no es fácil.

—Soy tu novio —respingó Iván—. Charlie —sonrió—. Buen viaje.

—Gracias.

Fijé la mirada al final de la casa y un largo cabello rojo se asomó, junto con una risa burlona.

Luka iba caminando y Sally iba colgada de su brazo.

—Adiós —movió la mano la chica—, disfruta tu vuelo.

—Arpía —susurró Iván.

Pero mis ojos seguían posados en los del pelinegro. Que con su rostro impertérrito, alzó la mano y la ondeó en modo de despedida.

Me di la media vuelta y me dirigí al coche. Mi madre iba bien cómoda para no lastimar la herida en su estómago y en cuanto cerré la puerta arrancó.

Barrera de hielo (Saga "camino a la libertad 2")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora