Barrera de hielo (Saga "camino a la libertad 2")

12 Todo fue tan rápido

—Yo no me arrepiento de nada, el hombre que amo está conmigo, mi mejor amigo también —me miró con una gran sonrisa en el rostro—. Es hora de volver.

Pero al ponernos de pie escuchamos ruido. La chica se puso a la defensiva y sacó un arma de no sé dónde.

—Quédese conmigo, señorita —tomó mi mano—, yo voy a protegerla.

—Olga...

—Alguien no invitado nos ha encontrado.

—Siempre has sido de armas tomar, Olga —una silueta delgada se acercaba a nosotros y esa voz retumbó en mi mente, yo conocía esa voz—. Pero no soy enemigo.

Cuando salió de las sombras, la melena roja y esos carnosos labios retumbaron y nublaron mi visión.

Sally estaba ahí.

—Sally —susurré—. ¿Qué haces aquí?

Sacudió su largo cabello y me miró burlona, tomó un mechón rojo y lo enredó en sus dedos.

—Vivo aquí —abrió sus enormes ojos y miró a la chica—. Estaba arreglando unos asuntos, pero volví.

—El señor Volkova te dijo que no vinieras —Olga no bajaba el arma—. Fue claro en las instrucciones que nos dio.

—Bueno —alzó las manos—, no tengo armas, no tienes por qué amenazar, linda. Somos amigos.

Se acercó a nosotros con una enorme sonrisa en el rostro y me miró curiosa, entrecerró los ojos y noté la energía horrible que ha desprendido siempre.

—Creí que valía la pena cuando dijo que buscaba su posesión más preciada —me recorrió de arriba abajo con sus ojos claros—. No algo insípido que no puede tener a un hombre guapo a su lado.

—Eres una...

—Señoritas —Iván apareció—, que bueno que ya se encontraron, es hora de irnos.

— ¿A dónde? —Pregunté cambiando mi expresión.

—Volkova quiere que te lleve a donde está.

— ¿Qué de importante tiene su fea hermanastra en esto?

—Cierra la puta boca roja —el chico se veía molesto—. No deberías estar aquí.

—Está bien —sonrió—, me iré —se dio media vuelta y después me miró—. Dile a Luka que lo extraño.

Me miró burlona y después se marchó.

—Ella —susurré—. ¿Quién es?

—Sally, le ayuda al señor Luka, ella...

—Estaba en América, asistía a la misma universidad que yo —divisé su cabellera roja a lo lejos—. Besó a mi novio y todos se enteraron.

—Sí bueno, ella es una zorra —Iván habló—. Que no te sorprenda. Ahora ven.

Caminamos de regreso a la casa. No había rastros de Luka por ningún lado, había varios hombres más y mujeres cubriendo todos los muebles con sábanas blancas y guardando cosas.

— ¿Qué hacen?

—Toma solo lo necesario y poca ropa —habló el chico—. Olga, ya sabes que hacer. Nos vamos.

—P-pero...

—Este lugar ya no es seguro ahora —la chica me mira al ir subiendo las escaleras—. Iván te ha dicho que irás con el señor Luka.

—Si son amigos ¿por qué lo llamas señor Luka?

—Respeto.

Entramos a mi recamara y solo tomé unas cremas, dos cambios y un abrigo. Salimos para marcharnos pero todos los hombres tenían armas en las manos, listos para atacar.