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—¡Señor Geto!

Las pequeñas gemelas corrieron a abrazarlo mientras esté les sonreía tratando de calmarlas.

—Tranquilas, estoy bien.

Los demás adultos lo observaron sumamente preocupados —¿de verdad no le pasó nada?

—No yo...

Megumi apareció, con la respiración agitada y en su rostro miedo y nerviosismo. —¿Dónde está?

Gojo ingreso a la sala de estar, totalmente cubierto de ceniza. El labio inferior de Megumi tembló y pequeñas lágrimas amenazaban con salir.

Satoru lo miro de manera neutral, ni siquiera logró analizar la situación cuando el niño se abalanzó a abrazarlo, apretando con fuerza su torso.

Sus azules ojos se abrieron completamente, miro el pequeño cuerpo de Megumi temblar. 

Se agachó para quedar a su altura, más fue su sorpresa al poder ver en las mejillas del niño un sonrojo y señales de lágrimas.

Aún no podía creer lo que sus ojos miraban, de verdad tenia sentimientos. —Perdoname por preocuparte.

El contrario mostró un puchero en sus labios —idiota.

Satoru sonrió y lo abrazo de nuevo, siendo correspondido de la misma forma. Cargo a Megumi en sus brazos dando pequeñas palmadas en su espalda para tranquilizarlo. A veces solía olvidar que tan solo era un niño que tuvo que madurar muy pronto.

—Me alegro que ambos se encuentren bien.

—Aún así era tu misión protegernos, que tal si no hubieras llegado a tiempo. —Reclamo la asistente del pelinegro.

Toda la familia de Suguru comenzó a reclamarle al albino sin parar.

Suguru se levantó con dificultad mirando a todos seriamente —Satoru no sabía nada, me salvo a costa de todo y además, si hubiéramos estado ahí todos, no quiero saber dónde estaríamos ahora.

—De una ú otra forma no las arreglaríamos pero tenemos un techo y comida. Se que se preocuparon, pero no busquen culpables donde no los hay.

Todos bajaron su mirada —perdone, señor Geto.

El pelinegro alboroto los cabellos de sus hijas y se fue retirando del lugar con pasos lentos.

El albino lo miro mientras suspiraba, se giró hacía su familia —voy a protegerlo, nunca duden de eso.

Miguel cruzó sus brazos —eso esperamos, Gojo Satoru.

Les brindo una sonrisa a las niñas antes de seguirle el paso a su novio.

—Megumi...

Llamo al niño mientras subía las escaleras pero este no contesto. Camino hasta su habitación, lo recostó y arropo en su cama.

—Descansa, mocoso.

Tomo camino hasta su propia habitación, Suguru estaba sentado en el borde de la cama mirando a la nada.

—Suguru...

Sus ojos morados lo miraron con nostalgia. —Debemos limpiarlos.

🤍🖤🤍


Satoru salió de la ducha con su torso al descubierto, un pantalón de chandal blanco y una toalla alrededor de sus hombros.

Suguru estaba sentado en la mesa del té puesta en el balcón, con su ropa de dormir. Suspiró con pesadez, sentía que tenía que arreglar lo sucedido, la culpa por no darse cuenta de los sucios planes de los peces gordos lo tenían abrumado.

BAJO EL MISMO AZUL 💙 / SatoSuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora