— Oh, Hagrid, que sorpresa – le dijo emocionado – ¿qué haces aquí?

— Hola, rubiecito – lo saludó por su apodo y Draco rió – vine a llevarte a – se acercó a su oído y susurró – callejón diagon, luego, dónde los Weasley, feliz cumpleaños.

— Gracias – agradeció – ¿pero cómo sabes lo de los Weasley? – preguntó.

— Arthur me lo dijo – contestó – es el padre de los chicos.

— Ah, ya – contestó Draco – espera, Hagrid – se dió la vuelta – madre superiora, unos amigos me invitaron a pasar el resto de las vacaciones en su casa, su madre autorizó mí presencia, ¿usted puede darme el permiso?

— Claro que sí, Draco – aceptó ella – eres un buen chico, no te metes con nadie y siempre nos ayudas en la cocina, puedes ir a casa de tus amigos.

Draco fue junto a Hagrid al callejón diagon, donde compraron helado y unos dulces más, también objetos de bromas para los gemelos, y un presente a la señora Weasley, un libro de su mago favorito; Gilderoy Lockhart

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Draco fue junto a Hagrid al callejón diagon, donde compraron helado y unos dulces más, también objetos de bromas para los gemelos, y un presente a la señora Weasley, un libro de su mago favorito; Gilderoy Lockhart.

Draco también compró un vestido especialmente para Ginny.

— Bueno, creo que es todo, Hagrid – dijo – así que, a la madriguera.

— Ha Ha Ha – rió el semi gigante – vamos a la madriguera.

La madriguera, 05 de junio 1992

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La madriguera, 05 de junio 1992...

- llegamos a la madriguera, Draco - dijo Hagrid y bajaron de la moto, con todas las bolsas.

Parecía como si en otro tiempo hubiera sido una gran pocilga de piedra, pero aquí y allá habían ido añadiendo tantas habitaciones que ahora la casa tenía varios pisos de altura y estaba tan torcida que parecía sostenerse en pie por arte de magia, y Draco sospechó que así era probablemente.

Cuatro o cinco chimeneas coronaban el tejado, cerca de la entrada, clavado en el
suelo, había un letrero torcido que decía «La Madriguera». En torno a la puerta principal había un revoltijo de botas de goma y un caldero muy oxidado, varias gallinas gordas de color marrón picoteaban a sus anchas por el corral.

Los Elegidos  || Harco Where stories live. Discover now