comienzo a no tener miedo

425 36 21
                                    

Tengo la respiración errática y parece que soy incapaz de poder volver a moverme nunca más en la vida. Mis ojos siguen su cuerpo acercándose a mí y cuando su mano me toca la mejillas fue como si me hubieran arrojado un baldazo de agua fría y en vez de que fuera helado, ardía. Mí cuerpo empezó a arder por dentro haciendo ebullición.

– Fresa, te amo - se escucha un susurro escapar de sus labios.

Él se limita a observarme seriamente, recorriendo cada parte de mi rostro y mi cuerpo, sin dar crédito a lo que ve. Lo recorro también y veo que no lleva uno de sus trajes habituales. Su cabello es despeinado, tiene ropa deportiva, unos pantalones cortos de color negro, una remera holgada blanca y una campera negra con capucha.

Su mano desciende desde mi mejilla hasta mi cuello y sus dedos se ponen sobre mi pulso. Alzo la cabeza, aunque no sé porque, y lo veo dar un paso más cerca. ¿Por qué parece tan sorprendido? No soy yo la que se supone que esta muerta. No soy la que tiene una placa con mi nombre en un cementerio. Su mano tira de mi nuca con fuerza y su pecho choca con el mío.

De pronto me olvidé de todo. Olvido porque estaba aquí. Quienes éramos. Y todo lo que ha íbamos hecho para llevarnos hasta aquí y ser quienes éramos.

Todas las alarmas que se encendieron al verlo, se apagaron y solo queda silencio. No me importa si Azusa aparece y nos ve, o lo que pueda pasar después. No, todo queda en el olvido. Es como si una nebulosa me bloqueara los pensamientos y no pudiera detener lo que esta por venir… estoy indefensa bajo su hechizo una vez más. Trato de concentrarme, pero no puedo. Estoy paralizada bajo su mirada, no puedo hacer nada.

Sus labios toman los míos. Lo que empieza como un beso lento, acaba subiendo de tono rapido en unos segundos. Me toma las mejillas con ambas manos y me aprieta con fuerza contra su cuerpo, sin dejarme escapatoria

Es un beso descomunal. Empuja su lengua dentro de mí boca y toma posesión de lo que cree que es suyo por derecho. Sus manos me recorren y su boca me toma como un loco, me demandaba. Sus dedos suben hacía mi cabello y se hunden en mi carne, sujetando mi cabeza para que no pueda apartarme, aunque es inútil porque no puedo moverme.

Jen…

Pero no, no puede ser

Desde lo más recóndito de mí mente viene esa voz que me dice que esto está mal y que debo alejarlo de mí, que esto es solo primitivo y que no sirve. No. Debo alejarlo.

Él desapareció además. Me abandono.

No puede volver como si nada y esperar que lo acepte tan tranquilamente después de todo lo que me hizo, lo que sufrí por él porque pensaba que lo perdí y que nunca más volvería a verle. No, no puedo hacerme esto a mí misma. Me merezco otra cosa.

Pongo mí mano en su pecho y trato de empujarlo, pero él vuelve a ponerse en mi camino y me vuelve a besar, y con más insistencia. ¡No! No puedes hacerme esto. No puedes venir y buscarme de nuevo. Corro la cara y trato de apartarlo, empujando con ambas manos desde su pecho, pero es como si toda la fuerza que pudiera tener hubiera desaparecido y soy solo polvo. Estoy rendida ante sus ataques. Mis manos quedan puestas en su pecho y siento debajo de la palma de mi mano el latir rápido de su corazón.

De pronto, su cuerpo se aleja de mí y una mancha oscura se interpone entre nosotros, él lo empuja y le pega en la cara

– ¡Te estoy hablando! – grita un Ashton enfurecido y con la cara y cuello rojo -¡Estoy aquí!

Mí corazón está a punto de romperse por lo rápido que late. Me agarró el pecho con una mano y respiro profundo. No puedo creerlo. Mis manos y las rodillas no me dejan de temblar.

Mentiras verdaderasWhere stories live. Discover now