†Capitulo 13 † El retrato perfecto.

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―¿Cuánto falta? Mis pies me duelen y tengo la certeza de que ese caballero es el más lento de todo el planeta.

Me gano un leve golpe de hombro por parte de mi hermano Cadmon, mientras el hombre continúa concentrado deslizando el pincel. Me siento mareada por la intensidad de la luz y agotada por el vestido tan ajustado que llevo puesto, sin mencionar los zapatos altos que uso para estar a la altura de mis hermanos, o más bien casi, ya que superan los 1.95 metros de altura.

Con mi imponente estatura de 1.70 metros, me sentía poderosa, pero al estar a su lado, parezco insignificante. Aunque los tacones me ayudan, no alcanzan para llegar a su nivel. Además, debo mencionar el hermoso tocado que, estoy segura, fue diseñado como un método de tortura.

Este elegante tocado de oro tiene un diseño de corona de flores, el cual incluye una simulación de espinas que se siente increíblemente real. Al presionarlo, pude sentir cómo roza mi piel superficialmente, y estoy segura de que se incrustaría si lo apretara con más fuerza. Cada pétalo y hoja está adornado con pequeños diamantes blancos, creando un efecto deslumbrante. Por otro lado, el tocado de mi madre es muy similar, con la diferencia de que en el centro de las flores hay rubíes. En el pasado, ella solía decir que algún día yo llevaría su tocado.

Los retratos iniciales fueron realizados durante los primeros años de vida de cada uno de mis hermanos. El primogénito fue retratado al cumplir su primer año, seguido por Benyamin y así sucesivamente. Cuando mi mellizo y yo nacimos, también fuimos retratados a la misma edad. A la edad de quince años, nos hicieron el primer retrato familiar en el que estábamos todos presentes. Ahora, siete años después, se está realizando el que sería el retrato más actual de nuestra familia.

―Cala, en serio ya me estoy cansando ―admito, revelando mi frustración.

―Deja de quejarte, Daría, siempre es lo mismo contigo.

―Lo lamento, señora, pero como usted está sentada cómodamente. Su majestad no comprende el cansancio de los que sí estamos de pie desde hace horas.

Me ofrece una mala mirada tensa, la cual ignoro. Veo al hombre soltar su pincel y eso es como si me dijeran: «ya puedes sentarte». Sin vacilar, abandono la formación en busca de un whisky que sirvo y bebo de un solo trago, sentándome con la botella y deshaciéndome de los tacones y la corona de flores.

―Eres una maleducada ―dice poniéndose de pie.

―¿De quién sería la culpa? ―me ofrece la mirada más fría y no tarda en guiar al pintor a quién sabe dónde, mientras sus acompañantes empiezan a recoger sus materiales.

―Yo quiero ―Cadmon intenta quitarme la botella, pero no le permito hacerlo.

―Eso es por golpearme, y esto otro... ―Arrojo la corona que reposaba sobre la mesa hacia su rostro, provocándole arañazos por las espinas. La sangre empieza a manar de las heridas superficiales y, anticipándome a un posible contraataque, me levanto y me ubico detrás de papá Darek―... Para que te quede claro que no vuelvas a tocarme.

―Ven aquí y da la cara, no seas cobarde ―grita con evidente furia, su rostro está poniéndose rojo y no deja de apretar sus nudillos.

Salgo de mi lugar de protección y me coloco frente a él. A pesar de su intento de golpearme, permanezco inmóvil, consciente de que seré defendida. Y así ocurre, mi padre Darek toma su mano y le dirige una mirada de advertencia, al igual que mi padre Kale y mi hermano Adriel.

―¿Desde cuándo nuestra crianza se basa en maltratar a las mujeres de la familia? —menciona de forma fría Darek.

Ese hombre no sabe ni quién es su familia.

DepauperarWhere stories live. Discover now