Capítulo único

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Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Kishimoto. La historia es de schizophrenic-twilight-lover.

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La calurosa noche de verano hacía que el sudor se acumulara en su piel y sus cuerpos brillaban con una capa opaca y resbaladiza de cansancio. Él no le tendió la mano, pero ella se la tomó de todos modos y entrelazó sus dedos mientras yacían uno junto al otro en la ladera cubierta de hierba, tratando de mantenerse frescos. El día moría ante ellos, resplandeciendo de rojo y luego púrpura, hasta que todo lo que quedó fue un profundo cielo color lapislázuli en el que empezaban a aparecer estrellas parpadeantes.

El calor emanaba de la palma de la mano de él y ella hábilmente separó sus manos para apretar la suya contra el frescor del suelo. Su mente estaba envuelta en una perezosa bruma de cómoda agitación, mientras la calidez del día se transformaba en una noche fría y gélida. Si a él le molestó el contacto o le extrañó su repentina pérdida, no dijo nada. Al principio, no le dirigía más que unas pocas palabras, si acaso. Le había resultado desconcertante porque él había asumido su papel; siempre era ella la que escuchaba mientras los demás parloteaban. Pero en el silencio que se hizo entre ellos, ella no supo qué hacer.

Pero entonces le vino a la mente la imagen de un chico de cabello castaño, que siempre llevaba atados sus largos mechones. Él también había sido silencioso y quizás igual de huraño. Hubo un tiempo en que ella también tuvo que sacarlo de su caparazón de malhumor.

Le reconfortaba haber estado ahí antes.

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Recordó cómo la fragilidad se aferraba a ella como un manto a través del cual nadie podía ver. Su presencia era como la de un fantasma en una habitación. Sus caricias le recorrían los brazos, los hombros, la espalda, sentía como si pudiera incendiarse sin previo aviso. Su aliento le parecía volátil. Tenían miedo de que la fricción de su piel actuase como un fósforo.

Pero Naruto. La estrechó entre sus brazos cuando la vio, le dijo palabras de consuelo y ella lloró en la parte delantera de su chamarra. Cuando ella se separó de él, se fue con una pequeña sonrisa y él le dio una sonrisa gigante. Sus labios se estiraron hasta dolerle y, por primera vez, Sasuke notó la cantidad de esfuerzo puesto en aquella expresión facial. En el momento en que ella le dio la espalda, las comisuras de sus labios temblaron y sus bigotes se agitaron. Podía pasar por una risa, esas que eran tan violentas que te sacaban el aire de los pulmones y te enmudecía. Claro, si no fuera por la mirada en sus ojos.

Si los muertos contaran sus secretos, este hubiera contado suficientes cosas sin siquiera hablar. Su muerte había transmitido más de lo que una declaración jamás podría.

Su primer instinto fue acobardarse. Sus instintos hacían todo lo posible por mantenerla a salvo, aunque eso significara que el corazón se le saliera del pecho cuando alguien la llamara. Era la falta de sueño. Le dolía la cabeza, el cuello y ya nada podía considerarse cómodo porque nada era seguro. O eso había aprendido.

Pasaba sus días paseando por los jardines, sentada al borde del estanque donde los peces le mordisqueaban los pies. Se quedaba allí hasta que se le entumecían las piernas por el agua fría. Hanabi iba a buscarla a ese mismo lugar todos los días. A veces, los labios de Hinata se ponían de un tono entre púrpura y azul. Su hermana tenía miedo de que un día no la encontrara más.

Mentir se convirtió en su segunda naturaleza.

—Estoy bien —intentaba tranquilizarla.

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No hablesWhere stories live. Discover now