Capítulo 36

4.4K 330 65
                                    

La rutina

-Charles es hora de tu terapia- le grité desde las escaleras al castaño

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

-Charles es hora de tu terapia- le grité desde las escaleras al castaño.

Siempre quise ser mamá de pequeña, jugando con mis muñecas e imaginando que eran mis bebés, pero no pensé en esto como una idea de ser mamá, Charles es como un bebé, tengo que decirle que hacer miles de veces, no se quiere tomar sus medicamentos, no quiere levantarse de la cama, no come, es difícil manejarlo.

Incluso Pascale vino a intentarlo pero tuvo pocos resultados, el chico está deprimido, lo investigué, es una depresión post accidente, y según internet debo motivarlo y en pocas palabras forzarlo a hacer las cosas.

-Charles hablo enserio- volví a gritar y no tuve respuesta- esta bien, subiré y te bajaré por la oreja.

Subí la escalera riendo de mis palabras y pensando por qué me metí en esto, no logro entender.

Abrí la puerta de su habitación y allí estaba, envuelto en su sábana durmiendo como un niño.

Nuestra relación no ha sido muy buena estos días, por lo que esperar algo de romance será inútil.

-Leclerc- lo llamé- Charles te estoy hablando- lo golpeé con la almohada sin tanta fuerza.

-No sabes cuanto te detesto- expresó hundido en su almohada.

-Es mutuo el sentimiento- le respondí quitando la manta de su cuerpo- vístete.

-No quiero- se enrollo en sus piernas- ya estoy cansado de terapias que no me ayudan con nada, sigo débil y sin poder tocar un auto.

-Charles- me senté a su lado pasando mi mano por su cabello con suavidad- si abandonas la terapia nunca podrás mejorar.

-Me va mal en los entrenamientos- parece ignorarme- y si no vuelvo a correr?- me miró al fin.

-Claro que volverás a correr- se veía tierno- te lo prometo.

Me miró unos segundos sin decir nada, segundos en los que me puse nerviosa.

-Gracias por quedarte- dijo con una media sonrisa- aunque fue por obligación.

-Y sigues con eso- suspiré mirando a otro lado- vamos a que te vistas mejor.

Después de tres intentos al fin estábamos en el auto camino a su terapia, lo divertido de esto es que Arthur me enseñó a conducir, así que ahora me la paso manejando el ferrari de Charles por todo Monaco, ya que él no puede aún.

-Algún día destrozaras mi auto- dijo mirándome y reí.

-No te quejes de tu conductora- lo apunté con mi dedo sin mirarlo- te lo cuidaré muy bien.

Fingiendo no amarte • Charles Leclerc Where stories live. Discover now