Capítulo 35. [Las Personas Inteligentes...]

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—Si esta es otra de tus mentiras, Elisabeth, voy a...—la rubia no dejó que Bárbara terminara de hablar.

—Me gustaría que lo fuera, pero lastimosamente y para mi desgracia, no es así. —le dijo burlona—. Fue una coincidencia encontrarlas en tu oficina teniendo sexo—Elisabeth paseó la mirada por toda la extensión de la oficina de Bárbara y sonrió. —. ¿En cuál lugar lo hicieron?—le preguntó divertida—. ¿En ese sofá? ¿Sobre el escritorio? ¿Contra las paredes?—Bárbara cerró los ojos fugazmente—. Me sorprende que nadie más las escuchara. ¿Cuál de las dos era la que gemía pidiendo más?—hizo una mueca como si estuviera pensando—. Seguro fuiste tú.

—¡Deja de decir tonterías!—vociferó la morena poniéndose de pié y empezando a pasear por toda su oficina pensando. —. Seguramente escuchaste mal.

Elisabeth entrecerró los ojos.

—¡Seguramente!—dijo irónicamente y luego continuó—. Aunque ciertamente, no pudo haber sido otra cosa más que gemidos. Estoy segura que Helena también los escuchó.

Cuando Bárbara escuchó el nombre de Helena volteó a ver a Elisabeth con una expresión furiosa.

—¿Helena?—le preguntó incrédula—. ¿Qué hacías con ella?

—Queríamos invitarlas a un club gay que abrieron en el centro de la ciudad, porque queríamos, ya sabes, estar dentro de nuestra zona de confort—Elisabeth le guiñó juguetonamente—, pero ustedes ya habían empezado la fiesta mucho antes. Creí que eras tú viendo algunos vídeos subidos de tono para aprender un poco más sobre los encuentros sexuales lésbicos, pero, cuando escuchamos la voz de Macarena, lo supimos todo. Me hubiese gustado ver tu rostro, pero Helena fue considerada y decidimos irnos de fiesta sin ustedes.

—Lo que escuchaste no fue más que una conversación entre una pareja que se ama—dijo Bárbara cruzándose de brazos—. Pero, por supuesto que jamás sabrás que es eso porque tú estás empeñada en romantizar tus encuentros con Helena en vez de buscarte a una mujer que te ame y casarte con ella—la rubia hizo una mueca.

—Lo que más me sorprende de la situación es la audacia que tienes para invertir los roles—sonrió—, pero está bien. Puedes juzgar lo que quieras, pero sabes perfectamente que así como estoy, luzco de maravilla. No me hace falta un matrimonio para sentirme viva y deseada—mordió su labio inferior mientras Bárbara entrecerraba los ojos—.  Como dije, cada día me sorprendes más.

—Si tan interesada estás en mi relación, solo tienes que preguntar y contestaré a cada una de tus dudas sin que tengas la necesidad de escuchar detrás de la puerta—Bárbara hizo una mueca—. Es parte de mi privacidad, Elisabeth. No puedes venir a mi oficina sin pensar y menos escuchar mis conversaciones.

—Lo que escuché fue todo menos una conversación—dijo sonriendo burlonamente—. Comprendo tu fascinación. Yo también lo estaría si estuviera con una mujer como Macarena. Es completamente hermosa y a veces me resulta tan sexy—dijo con pasión y Bárbara la fulminó con la mirada—. No me mires así. Solo estoy reconociendo su belleza, que no es para nada modesta.

—No me gusta que te expreses de esa forma de Macarena. —le dijo Bárbara con mucha seriedad.

—¿Por qué no?—cuestionó Elisabeth. —. Seguramente habrá más personas que incluso fantasean con ella. No puedes controlar lo que los demás piensen o digan de tu novia.

—Puedo hacerlo—dijo la morena con firmeza—. Nadie en mi presencia puede emitir alguna palabra sobre ella—Elizabeth elevó una ceja—. Es mía. Nadie tiene derecho.

—¿Desde cuándo eres tan posesiva?—la morena rodó los ojos. —. Insisto. Casi no te reconozco. Lo que ha hecho Macarena contigo es digno de una felicitación, así que, es por eso que he venido a verte—Bárbara la vio sin entender—. Helena y yo...—Bárbara levantó la mano para que Elisabeth se detuviera.

[ [ ꪶíꪀꫀꪖડ ρꪖ𝕣ꪖꪶꫀꪶꪖડ ] | | 𝐁𝐚𝐫𝐛𝐚𝐫𝐞𝐧𝐚 AUWhere stories live. Discover now