VI

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Rusia sintio como un terrible calor invadió todo su cuerpo, este empezó en su parte baja y creció hasta lentamente ir nublando su mente

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Rusia sintio como un terrible calor invadió todo su cuerpo, este empezó en su parte baja y creció hasta lentamente ir nublando su mente. Se agarró la cabeza y jaló las orejeras de su ushanka deseando controlarse, sin embargo, la vaquita ni ayudaba. USA se acercó a él y repartió caricias por la espalda de Rusia, estaba preocupado al ver su radical cambio de personalidad

— ¿Estás bien? ¿Te cayó mal esa fruta — preguntó con un semblante preocupado

— N-no, no... — mordió sus labios, el calor lo iba dominando lentamente.

—  ¿Rusia?

— Aléjate...por favor...

— ¿Qué? No te escuchó muy bien — se acercó un poco más al otro, definitivamente no estaba ayudando para nada.

Apretó sus dientes. "No quería, no lo haria..." —¡Aléjate! —  le gritó con fuerza en su voz logrando asustar al estadounidense.

USA agachó sus orejitas totalmente aterrado y rápidamente obedeció, apegó su espalda contra la pared de aquella celda y tomó una posición de bolita, le daba una mirada de miedo al ruso. Aquellos ojos que le expresaban miedo hicieron sentir una punzada en el corazón del toro, pero debía tratarlo asi para mantenerlo seguro y sano.

Le dió la espalda, queria mantener la cordura.

— "Esos malditos...me dieron un afrodisíaco" — pensaba internamente aún su cuerda conciencia — "Ah... quema mucho, maldición...¿¿Por qué?!"

"Crack!"

Se escuchó en la celda.

Rusia habia golpeado con sus nudillos la dureza de la pared, le habia hecho un gran hueco, algunos restos cayeron al suelo y otros se quedaron incrustados en la piel del ruso.

— ¿Rusia?

— ...

El mencionado aún se mantenía callado.

El silenció únicamente acompañado de los quejidos del toro era el ambiente de aquel lugar cerrado.

Un gran silencio.

Silencio que fue interrumpido por el sonido de interferencia y vacío de aquellas bocinas ubicadas en las esquinas.

Eran ellos.

Estaban mirando todo.

— Oww ¿Al lindo toro le está doliendo? Pobrecito — dijo con burla una voz femenina del otro lado de la linea.

— C-cállate...

La fémina soltó una risa, miró al estadounidense — Escúchame, a tu acompañante le dimos una pequeña droga ¿Qué hace? No mucho, sólo lo irá matando lentamente — mintió. Esas palabras hicieron asustar al de pequeños cuernos. La mujer sonrió — Tendrás que ayudarlo si no quieres que pase a mejor vida y su cuerpo muerto sea enviando al matadero.

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