capitulo lll

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Comandante Kim Taehyung

Debo cesar aqui en el fastidioso relato histórico que me he visto obligado a hacer, primero por esa inclinación que tenemos los que hemos servido en el ejército a hablar de movimientos, maniobras y campañas, y además para establecer los hechos, fijar los lugares y marcar la época precisa de los acontecimientos.

Ahora comienzo mi novela, que por cierto no va a ser una novela militar, quiero decir, un libro de guerra con episodios de combates. sino una historia de sentimiento, historia intima, ni yo puedo hacer otra cosa, pues carezco de imaginación para urdir tramas y para preparar golpes teatrales. Lo que voy a referir es verdadero, si no fuera asi no lo conservaría tan fresco, por desgracia, en el libro fiel de mi memoria.

El coronel del cuerpo de que acabo de hablar era un guapisimo oficial:, Mandaba uno de los escuadrones, este era el  comandante Kim Taehyung, joven perteneciente a una familia de magnífica posición, gallardo, buen mozo, de maneras distinguidas, y que a las cosas de que acabo de hablar agregaban una no menos valiosa, y  es que era la de ser absolutamente simpático. Era de esos hombres cuyos ojos parecen ejercer desde luego en la persona en quien se fijan un dominio irresistible y grato.

Tal vez por esto el comandante Kim era idolatrado por sus soldados, muy querido por sus compañeros y el favorito de su jefe, porque el coronel no tenía otra voluntad que la de kim , De modo que era el árbitro en su cuerpo, y los generales a cuyas órdenes habia militado, conociendo la influencia que ejercia sobre su jefe y su prestigio entre la tropa, no perdian ocasión de halagos, de atenciones y de hacerle entre ver un próximo y honroso asenso.

Como era la época en que se franqueaban los escalones de los más altos empleos más fácilmente que nunca, susurrában que el coronel seria ascendido a general, y que entonces Kim quedaría con el mando de su cuerpo militar, quizá con el carácter que aquél tenia.

Además, y esto es de suponerse, Kim era peligroso para las mujeres, era irresistible, y mil relatos de aventuras galantes y que revelaban su increible fortuna en asuntos de amor, circulaban de boca en boca en el ejército.

Kim, por otra parte, no perdía oportunidad de hacer uso de sus relevantes presas: y aunque el ejército, en aquel tiempo, no hacia más que marchar en opuestas direcciones y cruzar rápidamente por las ciudades, el comandante, sin descuidar sus deberes, encontraba momentos a propósito para galantear a las más hermosas jóvenes de los lugares que tocaba, no siendo nada difícil para él concluir una conquista en breves dias y, a veces, en horas.

El hecho es que no salia de una ciudad un poco importante, sin llevar consigo dulces y gratos recuerdos de ella, ni dejaban de verter lagrimas por él los ojos más hermosos de una población.

Ya se sabia, tan luego como se tocaba la botas para prepararse a salir, tan luego como se olan los toques de marcha, mientras que los demás pasábamos indiferentes por los pueblos y las ciudades y sólo nos ocupábamos en hacer nuestras maletas y comprar provisiones. Taehyung, después de dar las órdenes necesarias a sus capitanes, siempre tenía que escribir un pequeño billete de despedida, siempre se apartaba un momento de la columna para galopar en uno de sus soberbios caballos en dirección a la casa de sus amadas de un dia. para estrecharles la mano y recibir, en cambio de tiernas miradas, un pañuelo húmedo de lágrimas, un rizo de cabellos, un retrato o una sortija. ¡Qué dicha de hombre!

No: y debo confesar a ustedes que Kim era seductor; su fisonomia era tan varonil como bella: tenía grandes ojos azules, , era herculeo, bien formado, y tenía fama de valiente. Tocaba el piano con habilidad y buen gusto, era elegante por instinto, todo lo que él se ponía le cala maravillosamente, de modo que era el dandy por excelencia del ejercito.

Gastador, , alegre, burlön, altivo y aun algo vanidoso,  justamente todas las cualidades y todos los defectos que aman las mujeres y que son eficaces para cautivarlas.

Por eso las muchachas más lindas  de la cuidad, se morian por bailar con él, gustaban de apoyarse en su brazo y saboreaban con delicia su conversación chispeante de gracia, salpicada de agudezas ingeniosas y, sobre todo, galante.

Taehyung era el tipo completo del león parisiense en su más elegante expresión, y se desprendía de él, si me es permitida esta figura, ese delicado perfume de distinción que caracteriza a las gentes de buen tono.

Todavia mas, Taehyung era jugador y, por una excepción de la conocida regla, ganaba mucho. No parecia sino que un genio tutelar velaba por este joven y le abria siempre risueño las puertas del santuario del amor, del placer y de la fortuna. Era seguro que cuando nosotros estábamos en quiebra, Kim tenía en su bolsillo algunos centenares de onzas de oro y ricas joyas que valian un tesoro en aquellos tiempos.

Kim no esquivaba jamás la ocasión de prestar un servicio, y sus amigos le adoraban por su generosidad.

Me he detenido en la descripción del carácter del primero de mis personajes, porque tengo en ello mi idea: deseo que ustedes le conozcan perfectamente y comprendan de antemano la razón de varios sucesos que tengo que narrar.

Tal era el comandante Kim Taehyung.

윤기 [yoongi]Where stories live. Discover now