Capítulo 64: Fin de un capítulo

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21 de diciembre, 2016

Diego le dio indicaciones al técnico de sonido y se puso los auriculares sobre las orejas, para volver a escuchar la melodía de la canción en la que estaban trabajando. Normalmente revisaba estas cosas en compañía de Tomás, pero su amigo se encontraba revisando otros asuntos en ese momento.

—Hay que darle más impulso a los instrumentos —opinó luego de un rato, liberando una de sus orejas.

—Entendido. ¿Alguna preferencia en cuanto al panoramizado de los coros?

—Juguemos un poco con eso. Expande un poco los coros en el estribillo, pero mantenlos más centrados en las otras secciones. Quiero que se sienta la diferencia cuando la canción llega al punto álgido.

—Perfecto. Voy a hacer esos ajustes y te enviaré una nueva versión para que la revises.

Diego se levantó del tablero de producción y, después de darle dos palmadas en la espalda al hombre con el que trabajaba, salió del estudio. Una vez afuera, sonrió al grupo de personas que aún estaban trabajando en la remodelación de la productora. Los trabajos estaban casi terminados y el lugar comenzaba a sentirse como un verdadero espacio de trabajo, especialmente desde que habían podido instalar la primera zona de grabación y producción. Miró su reloj de pulsera mientras se dirigía a la aún poco estética sala de juntas, donde su hijo lo esperaba.

Santiago estaba de vacaciones por las fiestas de fin de año, por lo que había tenido que venir con él a la oficina estos días. Aunque podría haberse sentido como una imposición, su pequeño estaba emocionado con la idea de conocer el lugar donde trabajaba su padre. Desde el primer día había disfrutado explorando las instalaciones y la tecnología utilizada para crear música. Cuando Diego no podía acompañarlo en sus deberes, Santiago se quedaba bajo el cuidado de Giovanni o Tomás. Si ninguno de ellos podía cuidarlo, Margarita, su fiel secretaria, estaba encantada de hacerlo, especialmente porque Santiago le recordaba mucho al niño que Diego había sido y con el que no había podido compartir tanto como hubiera deseado, especialmente cuando había visitado el despacho de León Bustamante, ya que su jefe no lo permitía.

Las carcajadas de su hijo resonaban en el pasillo, lo que hizo que Diego se contagiara de su alegría y esbozara una sonrisa. Se acercó rápidamente al lugar, escuchando la voz de Giovanni entre la risa de Santiago. Curioso, decidió quedarse en el umbral de la puerta. El pelirrojo sostenía los muñecos de superhéroes que Santiago había llevado ese día para jugar, creando toda una historia para él. Este relato provocaba risas casi lágrimas en Santiago.

—Eran las elecciones —le contaba Giovanni—, tu papá había compadro tortas y pasteles para todos nuestros compañeros, para que votaran por él. Tomás y yo estábamos repartiéndolos, cuando de pronto viene tu mamá.

Tomó con una mano la figurita de la mujer maravilla y también la Ironman.

¿Qué pasó, pollita rockera, quieres un pastelito para botar por Bustamante? —simuló su propia voz, poniéndola mucho más ruda.

Uy sí, claro que sí —mencionó ahora, poniendo una voz aguda, mientras movía la figura de una lado a otro. Santiago se rió de nuevo y entonces lo miró—. ¿Y qué crees que hizo la lo... Quiero decir, tu mamá, ¿qué crees que hizo tu mamá?

—¿Qué? —preguntó Santiago, con los ojos muy abiertos.

—Que abre el paquete, saca la dona, ¡y se la avienta a tu papá en la espalda!... ¡Estás loca! —volvió a impostar la voz, dejando el muñeco de Ironman para tomar al Capitán América y enfrentarlo a la Mujer maravilla—.
>>¡Loca tu abuela!
>>Las elecciones no se ganan molestando
>>¿y cómo se ganan, regalando desayunos?
>>No me hables de política, mejor ven acá y dame un beso, chiquita ¡muak! —finalizó haciendo chocar los rostros de ambos muñecos.

No me olvidesWhere stories live. Discover now