Capítulo 0

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A unos les gusta el azul, a otros tal vez el verde. Existen personas que tocan música y otros que practican deportes. En todas partes siempre habrá alguien que prefiera las matemáticas por sobre las artes y otros cuyos talentos se basan más en analizar los poemas que en escribirlos. Al final, en este mundo todos somos diferentes.

Y así como los hombres pueden enamorarse de las mujeres y ellas de los hombres, están los que tienden a amar de un modo considerado en la sociedad como "distinto". Ahí entro yo.

El verdadero problema en mi vida inició cuando noté que, en mi casa, en el sitio donde yo creía sentirme más seguro, no había espacio para mí.

No es que me atreviera a decírselo abiertamente a mi familia aquel día, pero sí deseé saber por primera vez sus opiniones respecto a un tema que llevaba días aniquilando mi mente: La homosexualidad.

—¿Está bien ser gay?

Mi madre casi escupe el agua, mi hermana volteó rápidamente a mirarme y mi padre se quedó a medio camino de ingerir bocado. Tal vez mi manera tan despreocupada de sacar a relucir el tema no fue el adecuado, pero al hacerlo obtuve las opiniones directas que tanto necesitaba.

Los adultos pensaron con cuidado en las palabras que me dirían. Estuvieron por pedirle a mi hermana menor que se fuera a su habitación porque este todavía no era un tema para ella. Yo me adelanté a decirles que estaba bien que Briana se quedara, pues necesitaba más de una opinión.

Las mujeres de mi familia dijeron lo que mencioné con anterioridad: "Diferente". Una pequeña parte de mi alma se fragmentó tras notar que lo decían con ligeras muecas de incomodidad.

—¿A qué viene eso, Carven? —Mi padre pareció interesado en mí y al mismo tiempo en su plato.

Obviamente no iba a decirles sobre Matthew, de ningún modo. Tuve que pensar rápido en algo que resultara convincente para ellos. Quería evitar que alguna sospecha peligrosa rondara por sus mentes.

—Hoy hubo un debate en mi grupo —comenté, fingiendo confianza—. Como no llegamos a ninguna conclusión, quisiera sacar la mía.

Bajé la vista a mi plato semivacío. Su respuesta era la más importante para mí. La determinante para saber si podría decirles la verdad, algún día, sobre cómo me sentía y quién era. Después de todo, me encontraba con las personas que más me conocían en este mundo, que siempre estuvieron para mí, apoyándome en casi todas las cosas que hacía. No iban a dejar de amarme por la forma en la que yo amaba, ¿cierto?

—No es normal, de ninguna manera —soltó mi padre antes meterse comida a la boca—. A mí me parece una aberración.

Un nudo se formó en mi garganta tras escucharle con mucho detenimiento y analizar la última palabra. Permanecí en silencio un segundo que me pareció eterno. Tenía que hablar, aunque me costase más de lo esperado, pero al alzar la cabeza vi que mi madre y mi hermana asentían a sus palabras. Parecían estar de acuerdo.

—Sí, yo también lo creo. —Mi voz tembló, pero ellos no pudieron distinguirlo.

Ahí murió la conversación. No quise añadir nada más que un pequeño agradecimiento por brindarme la opinión más sincera e hiriente de todas.

«¿Entonces es lo que soy?»

Tras aquella charla tan breve, me dejé llevar por mis propios pensamientos.

Intenté convencerme de que lo mío era solo una faceta, algo pasajero, que en algún momento volvería a la "normalidad". Pero no podía. Cada vez que veía a Matthew sentía la misma presión en el pecho y mi corazón agitarse. El rubor se me subía al rostro siempre que hablábamos; lo veía como uno de los seres más geniales y atractivos del universo y por eso quería estar con él.

Me dije a mi mismo que parara, que mis actos y pensamientos eran aberrantes, equívocos y humillantes. Intenté meterme en la cabeza que sería una decepción para mis padres si llegaban a enterarse de que me gustaba un chico. Me odiarían y buscarían cualquier método posible para cambiarme.

Pronto el lugar en el que me hallaba más cómodo y en confianza, mi casa, se convirtió en el sitio donde me sentía menos seguro de ser yo.

Comencé a limitarme en todo lo que pudiera dejarme en evidencia: acciones, palabras, gustos... pero igual Matthew aparecía disfrazado como mi mejor amigo y no podía huir de él ni de mis propios sentimientos.

Era entonces cuando ignoraba quién necesitaba ser y me transformaba de nuevo en mí, en Carven.

Era entonces cuando ignoraba quién necesitaba ser y me transformaba de nuevo en mí, en Carven

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El final que deseo [COMPLETA]Where stories live. Discover now