5. Puedes abrazarme o convertirte en mi enemigo

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Renjun estaba caminando por el pasto verde en el campus cuando una mano en su brazo lo detuvo abruptamente.

Miró a la persona frente a él, sorprendido por un momento antes de interrogar con la mirada a Jeno. No le envío mensajes, tampoco es que los estuviera esperando, le sorprendía ver que fue a buscarlo en persona cuando le preguntó antes si se podían mantener en contacto a través de mensajes.

Llevaba unas gafas redondas y una sudadera azul marino que le quedaba grande. Quiso burlarse de él al recordar que Jeno solía pensar que usar anteojos era para gente fea, citando sus palabras, solo que Jeno se veía todo menos feo.

¿Por qué tenía que verse bien con todo? No era nada justo y Renjun estaba decepcionado, era atractivo incluso con lentes, su cabello desordenado y cara recién lavada. Las palabras murieron en su lengua, Jeno se veía abatido, con los ojos mirando al suelo.

—Jeno, ¿Qué pasó?— preguntó, tomando la mano del pelinegro que sonstenía su brazo entre la suya, preocupado porque no había dicho nada desde que lo detuvo.

El otro pareció pensarlo, antes de soltar el brazo de Renjun y dejar salir un fuerte suspiro. —No le gustó.

—¿A quién no le gustó qué?— respondió confundido, antes de que su mente comenzara a recordar su último encuentro. —Oh, ¿A Jaemin?

Asintió con una mirada triste, entonces Renjun lo arrastró por el campus hasta la banca más cercana para poder hablar mejor. Sus converse blancos se llenaron un poco de tierra pero no le importó, quería saber qué pasó exactamente, Jaemin no era de las personas que rechazaran un regalo tan abiertamente.

Se sentaron juntos, había un espacio entre ambos que los separaba, casi como si hubiera reclamado cada quien un extremo de la banca. Renjun vió sus zapatos, consciente de que Jeno y él no eran amigos y lo único que los unía era Jaemin.

Jeno interrumpió sus pensamientos. —No dijo que no le gustó, pero lo vi en su mirada. Su sonrisa no parecía muy feliz.

—Lo siento, Jeno. Tal vez no era un buen día, ya sabes, ha estado estresado— trató de consolarlo, recordando si Jaemin dijo algo anoche, aunque la verdad estuvo bastante tranquilo en la cena, incluso se sentaron juntos a comer una tarta de fresas que Jaemin llevó. De pronto saltó, exaltando a Jeno que saltó también en su lugar. —¿Le regalaste una tarta de fresas?

Jeno solo asintió con la cabeza, extrañado por la pregunta tan repentina. En cambio, el mayor solo se rió. Anoche Jaemin y él se comieron la tarta, el pelirosa quitádole las fresas arriba y dándoselas a Renjun para solo comer la base de galletas con el relleno de crema pastelera. Se sintió un poco mal, ya que parte de la tarta que Jeno compró con tanto entusiasmo para su mejor amigo terminó en su estómago, decidiendo que no compartiría esos detalles. —Perdón, olvidé decirte que Jaemin odia las fresas, solo que no pensé que le regalarías algo así.

El alivio repentino llenó su cuerpo, sintiéndose avergonzado. —¡No! No te disculpes, yo debí preguntarle a Jaemin primero.

El castaño le dió una sonrisa sincera, era un poco adorable ver el esfuerzo que Jeno estaba haciendo. Se levantó de la banca. —Bueno, si eso es todo...

En cambio, Jeno lo detuvo una vez más sosteniendolo del brazo tan fuerte que Renjun casi se cae encima de la banca. Lo soltó de inmediato con una disculpa y sacó algo de su mochila, un triángulo perfectamente envuelto en papel rosa con una bolsa de gomitas pegada con cinta encima.—Lo siento y gracias, compré esto para ti. Shotaro me dijo que eran tus favoritas.

Los chicos no lloran ☆ [noren]Where stories live. Discover now