Tienes el ritmo del alba y hasta el ocaso haces bailar

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Shadow siente el cuero viejo de los guantes de Sonic jugando en sus hombros, la textura de las grietas donde la prenda se ha roto enganchándose con los pequeños mechones de su polvoriento pelaje ébano. Aún así no deja de ser un toque tierno, aunque cohibido. Shadow suelta un resoplido, tosco sonrojo recubriendo sus pómulos de rosa.

Sonic aún así no se intimida, sosteniendoel contacto visual entre el verde luminoso de sus ojos y el rojo caoba de los suyos. Sus propias manos recubiertas de guantes igualmente deshilachados sujetanla cintura de Sonic, manteniendo sus cuerpos en tal cercanía que ni siquiera el tormentoso frío de la noche se interpone entre ellos. Sus pulgares dibujan círculos en el pelaje reseco del erizo azul.

Él ríe, una hilera de dientes blancos enmarcados en una sonrisa torcida y un entrecejo relajado, juvenil. El overol de mezclilla vieja y despintada que es demasiado grande para cubrir su cuerpo comienza a derramarse por sus hombros apiñonados, y Shadow no puede contener la traicionera necesidad de volver a colocar los tirantes en su lugar, reposicionando sus manos tan rápido en la cintura del otro que es sorprendente.

Los acordes relajados de la guitarra suenan al fondo del lugar, donde todos sus conocidos conviven, platican, toman y disfrutan. La melodía es tranquila, los instrumentos lloran sus dulces notas y el viento toma la misión de llevarlas hasta las orejas de quienes disfrutan ese suave conjunto de arpegios nostálgicos.

Y ellos seguro que lo hacen, bailando bajo el manto de estrellas que se abre paso en el cielo tinto y oscuro, que sin embargo es recipiente de millones de luces brillantes, parpadeantes en la infinidad del lugar que los acoge. Hace frío, bastante. El viento sopla en sus espaldas, los hace jadear, el vaho siendo arrancado de sus bocas y pintando el espacio que comparten.

Aún así Shadow hace a Sonic girar, agarrando su cintura con fuerza y rotándolo sobre la tierra bajo sus pies, las piedras y la hierba seca crujiendo entre la suela de sus pesadas botas de trabajo. El erizo azul runfla, sorprendido por como su acompañante hizo su cuerpo moverse. Entonces un entrañable brillo adorna los orbes del erizo, haciéndolo lucir sinigual.

Shadow sonríe, una escasa carcajada saliendo de su boca acompañada del vaho que el ambiente gélido provoca. Y el movimiento se repite: manos fuertemente ahuecadas en el cuerpo del otro, palanca en sus propias botas de trabajo, y un dulce giro por el campo que han bautizado como su nueva pista de baile. La tierra silva de nuevo, Sonic sonríe y Shadow siente como la prisión de mariposas en su estómago se libera.

El erizo azul aplasta sus dedos en la carne de sus hombros y poco a poco avanzan hasta la parte posterior de su cuello, justo debajo de sus púas. De repente los erizos están más cerca, aún más juntos, sus pieles untadas una contra la otra y sus respiraciones entrelazándose como la maleza libertina del campo. Los grillos chiflan a sus espaldas, la música sigue, suave, alentadora, añorante, con el murmullo de gente sin importancia acurrucando el silencio abrazador de la noche.

O al menos así se siente Shadow bajo el velo hechizante en la mirada de Sonic, quien lo observa como si tuviera alba, flores y zafiros cayendo de su cabeza. Su boca se siente rellena de pinole, seca, mortal. Sus propias manos engañosas se cierran más en la espalda baja del otro, casi al ras de donde su overol tiene una rotura para dejar su pequeña cola libre.

Y Sonic sonríe, sus párpados caen hasta que se encuentran a mitad de camino de sellarse, con orbes anhelantes. Sus orejas se retuercen cuando los mosquitos las zumban con interés, y Shadow está dividido entre desquebrajar todo este ambiente que parece solo acecharlos a ellos, o seguir adelante y entretejer sus propios intereses en lo que sea que esté pasando.

Respira, hondo. Su nariz fría y húmeda, la hierba intentando vehementemente hacerle cosquillas a sus tobillos por suerte vestidos con algo más caliente como el algodón de sus pantalones de trabajo. Sonic espera, paciente, embelesado con el solo rostro de Shadow, quien aún siente su boca arenosa en el desierto de la indecisión.

Inclina la cabeza ligeramente hacía atrás, donde todos los demás están juntos conviviendo en la terraza techada. Nadie parece notar su ausencia, y si lo hacen deciden que no es lo suficientemente importante como para buscarlos. Shadow siente un par de manos rebuscando debajo de su rostro, dedos vestidos con cuero áspero subiendo por sus mejillas hasta ahuecar su hocico. El toque clama por atención que Shadow se encuentra incapaz de negar.

Su vista regresa a Sonic. El aire le hela las articulaciones, le arranca los suspiros que tenía reservados para sus momentos a solas, y aquí está este erizo, haciéndolo sentir mareado en la ventisca más fresca de la temporada. Shadow arrastra sus manos por la espalda de Sonic, escuchando el crujir de la mezclilla y las suaves respiraciones del otro, quien aún adula el pelaje de su rostro con devoción.

Shadow sube sus manos por los flancos de Sonic, lavando la tela desgastada de los guantes por los costados de su cuerpo hasta llegar a esa cara hipnotizante. El piñón de su hocico se torna pálido bajo la tenue luz de la luna menguante, y el azul de su pelaje parece un mar profundo e invernal, cosa que bajo el cuidado del sol es todo lo contrario.

Shadow vuelve a suspirar, su corazón clamando por derramar todas sus añoranzas sin pudor alguno. Sonic lo alienta con la mirada, y Shadow se encuentra débil ante sus anhelos embotellados en el frasco de su tambaleante alma.

El olor del romero y las buganvilias queda sellado en la memoria de Shadow cuando besa a Sonic, quien por fin permite a sus párpados cubrir sus ojos pastosos cuando se encuentra a medio camino con los agrietados labios de Shadow. Es un beso apacible, frágil, curioso, casto y todo lo que Shadow no sabía que necesitaba y que Sonic es.

Y se siente destellante, las manos del erizo acurrucando sus mejillas cuidadosamente, mientras las suyas propias bailan sobre las desordenadas púas azules del otro. Su boca sabe a canela, tequila y un dejo de naranja, con lengua demandante y saliva fría. Shadow suelta un bufido, sintiendo su pecho bombear todas sus emociones al aire.

La melodía de su alma suena alegre, complacida y cuidada cuando Sonic los separa y sus ojos rebosan en amor aglomerado con el tiempo, algo casi empolvado, pero que en este justo momento late en sintonía con los propios afectos de Shadow.

El aire hace las copas de los árboles farfullar, la gente hace bullicio a sus espaldas y la maleza recubre sus botas. Pero la calidez que irradia Sonic y que se envuelve en su mente es lo que lo hace sentir como en casa, incluso si aquí está a miles de kilómetros de todo lo que alguna vez conoció.

Sonríe, contento, con aroma a nostalgia en la brisa y sabor a Sonic en los labios.








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Tengo tantos drabbles, escritos sin sentidos, cosas pequeñas y ejercicios de escritura acumulados que simplemente necesito vaciar mis documentos de alguna forma. XD

Espero les guste. Esto en realidad está hecho en base a un pequeño AU totalmente autocomplaciente dónde Shadow y Sonic viven en un entorno rural, con trabajos de campo y situaciones de pueblo. No es probable que escriba algo de ellos más elaborado en este momento, pero conociéndome tal vez igual y en algún futuro lo hago.

En fin, como siempre cualquier pensamiento, comentario y opinión es bienvenida y en serio adoraría escucharla. <3

Bueno, hasta luego. Ahora mismo mi cabeza está hecha papilla y todo lo que tenía que decir simplemente ha hecho puff de mi cabeza.

Drabbles - Sonic EditionWhere stories live. Discover now