Nathan retrocede un paso, sorprendido por mi repentina reacción. Se agacha rápidamente para evitar que el vómito alcance sus zapatos, pero no puede evitar que algunas gotas salpiquen su pantalón.

Me siento débil y avergonzada, sin poder levantar la mirada para enfrentar su preocupada mirada.

Sin decir una palabra, Nathan me sujeta el cabello mientras sigo vomitando, sin poder detenerme hasta que siento un dolor punzante en el estómago.

En ese momento, un grupo de chicas pasa junto a nosotros y nos miran con expresión burlona. Una de ellas hace un comentario hiriente:

—¿Cariño, usaste protección cuando te acostaste con tu guardaespaldas? —se burla, y las demás estallan en risas.

No puedo responder, ya que sigo vomitando todo el maldito licuado de banana.

—¡Largo, no hay nada que ver aquí! —grita Nathan, y las chicas se marchan rápidamente, dejándonos solos de nuevo.

Siento vergüenza y rabia por el comentario, pero también un profundo agradecimiento hacia Nathan por defenderme en ese momento tan humillante.

***

Termino en la habitación de Nathan, quien me ha preparado una ducha reconfortante después de mi desafortunado episodio.

Me cepillo los dientes con un cepillo descartable y, una vez terminado, salgo del baño envuelta en una toalla que cubre mi cuerpo y otra envuelta en mi cabello. Nathan me espera una taza de té humeante en la barra, mientras suena suavemente música de fondo.

Lo encuentro ocupado ordenando la cocina, de espalda hacia mí. Se ha cambiado de ropa, vistiendo una camiseta negra ceñida al cuerpo y unos jeans holgados y rasgados a la altura de las rodillas y muslos. Sus pies descalzos se deslizan por el suelo mientras se mueve con tranquilidad.

Me sorprende lo alto y musculoso que es, especialmente considerando nuestra edad.

—El palacio hizo una encuesta en las redes sociales donde discuten si estoy embarazada o no —le informo, y Nathan gira la cara para mirarme.

—Sí, la vi —evita reírse—. Ya pasará y se olvidarán de ello.

—Menos de mi foto siendo la niña del exorcista.

—Ya la tengo como fondo de pantalla, mira —me muestra la pantalla de su móvil con una sonrisa mientras sostiene mi cabello para que pueda vomitar.

—¡Ay no, Nathan, quítala! —mis mejillas se encienden al instante.

—Ni loco, queda genial en mi móvil —dice, guardando el iPhone en el bolsillo trasero de sus jeans—. Siéntate, te preparé un té para que tengas algo en el estómago.

Tomé asiento en una de las butacas y, en un movimiento brusco, me enganché con el borde de la silla. En un instante, la toalla se deslizó de mi cuerpo, dejando al descubierto mis pechos. Un calor repentino me invadió, y una sensación de incomodidad se apoderó de mí mientras buscaba desesperadamente cubrirme con con la maldita toalla.

Alzo la vista y me encuentro con Nathan, cuyos ojos están bien abiertos, enfocando mis senos. Su boca entreabierta busca algo que decir, pero parece haber perdido las palabras.

—Seguro es algo que ya has visto antes —balbuceo nerviosamente, sintiendo cómo mis palabras salen atropelladas.


Se acerca hasta donde estoy, y levanto la vista para encontrarme directamente con sus oscuros ojos. En ese momento, siento un nudo en la garganta y la boca se me ha secado.

—Definitivamente no es algo que haya visto antes —admite, con un tono de voz más grave que denota su sorpresa—. ¿Me permites un momento? —lleva la punta de los dedos hacia el borde de la toalla, que apenas cubre mi escote.

ADIELE FERRARI


—Señorita Ferrari, el trabajo que me ha pedido fue llevado a cabo —le notifican al otro lado de la línea mientras está en el cuarto de juegos que hicieron al lado del de Dan, bebiendo algo junto a Amaya.

—¿Quién quedó respirando? —pregunta con calma.

—El chico al que nombra como un tal Luke. Su novia embarazada ya fue notificada como muerta en el parte médico.

—¿La chica sufrió? —cuestiona, con un tono frío y calculador.

—Desconozco si duele un tiro en la cabeza, señorita Ferrari.

—¿Cuándo le notificarán a la familia de Luke que es millonaria y que la familia Brown pagará todos sus costos en cuanto estén en viaje?

—La familia será notificada en unas horas, debido a que es reciente la muerte de la señorita Olivia —responde el interlocutor—. ¿No tendrá problemas con la familia Brown si esta no está al tanto de que pagará todos los gastos de la familia de Luke Grammes?

—No, porque ustedes mismos se ocuparán de que este joven se haga millonario firmando unos papeles y formando parte de la familia Brown.

—¿Entonces la familia Grammes será parte de la familia Brown?

—Creo que fui clara —Adiele se frota la frente con la yema de sus dedos.

Antes de que el interlocutor continúe, Adiele corta la llamada abruptamente.

—Dios, como si tuviera que darle explicaciones a los sicarios de la Elite —escruta Adiele, mientras Amaya aprieta los labios, visiblemente preocupada.

La madre de Adiele está al otro lado de la sala de juegos, sentada en uno de los sofás mientras fuma un cigarrillo.

—¿Tu estrategia matrimonial era mandar a matar a la novia embarazada de ese chico que tanto frena a Evangeline a casarse? —cuestiona la madre, con un tono de voz frío y calculador.

—¿Se te hubiera ocurrido algo mejor, mamá?

—Hubieras matado a Luke y desligado sentimentalmente a Evangeline de él.

—Eso haría que Evangeline quisiera ir a su funeral o pensara en todo menos en casarse —interviene Amaya en la conversación, hablando algo tensa porque le tiene miedo a la madre de su amiga.

—Si hacemos que Evangeline se case con ese chico, sale del palacio y nos deja libres a todos los postulantes que queramos; incluyendo a los Telesco —agrega Adiele.

—Estás obsesionada con los Telesco, hija —la madre expulsa el humo de la boca y menea la cabeza.

—Me criaste para que eso sucediera —escruta entre dientes Adiele, lanzando un dardo contra el tablero redondo colgado en la pared.

—Mandar a matar a una embarazada es otro nivel, hija —expresa la madre con una voz firme.

—Tú hiciste cosas peores para casarte con papá y quedarte con toda la fortuna Ferrari —responde Adiele, poniendo los ojos en blanco antes de acercarse al tablero para tomar el dardo y lanzarlo de nuevo—. En cuanto ese chico Luke aparezca en el palacio, todos nuestros problemas desaparecerán.

—Adiele —tartamudea Amaya, acercándose rápidamente a su amiga mientras le muestra la pantalla de su móvil.

Adiele observa la pantalla y ve la encuesta que acaba de lanzar el palacio sobre si Evangeline puede o no estar embarazada. Como fondo de esa encuesta, está una foto de Evangeline vomitando mientras Nathan le sujeta el cabello con una sonrisa.

A la madre de Adiele también le llega la notificación del estado y lo chequea en su móvil. Esboza una sonrisa que rápidamente se transforma en una carcajada audible.

—Hija, espero que tu plan funcione, porque oí que Evangeline tuvo un trío con Dan Telesco y Alex Fallow hace unas semanas —le cuenta su madre, con una expresión divertida en el rostro—. Si está embarazada, ¿el padre de la criatura sería Dan Telesco o el guardaespaldas?

En cuanto su madre alza la vista de su móvil para ver a su hija, se encuentra con la impactante visión de cómo Adiele se desploma, desmayada, en el suelo.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now