Desde los ocho años supe muy bien que ser tu amiga era de las mejores cosas que me habían sucedido, no solo por lo divertido que podes llegar a ser, sino que también sos una persona con un pensamiento diferente al resto. Expresivo, alegre, malhumorado, serio, extrovertido, introvertido, en cualquiera de esos sentidos y más, se puede notar como llegas a destacar entre todos. Sos mi sol, aquel que es capaz de iluminarme sin siquiera pedir algo a cambio, sin importar que tan ocupado esté. Y yo soy aquella luna que cuando no podía brillar por si sola, o necesitaba de alguien que estuviera, recurría a su mejor aliado. Si te pudiera definir de alguna forma, más que esta, no la encontraría, porque las palabras y letras no me alcanzarían.
Enzo terminaba de leer mi carta, aquella carta que le regale hoy, el día de su cumpleaños. Aquella carta que ni siquiera demore en escribir, porque yo ya sabía todo lo que el era, lo tenía muy claro, y cuando hablaba de Enzo, no era un tema que me costaba definir. Lo que si me llega a costar es terminar la carta, es decir ¿Como se puede terminar un texto en donde escribís sobre alguien que amas tanto?
Enzo es todo.
Fue todo.
Me acuerdo de cuando tenía 12 años, casi una adolescente, y a esa edad uno no suele tener los pensamientos tan claros. Una de las cosas con las que estaba confundida era el, me gustaba, o va, eso pensaba... Con el tiempo el comenzó a tener novias, aquellas que la mayoría de veces solo perduran en la adolescencia, pero yo, era la más deprimida de todas las chicas de mi edad, pensaba que el iba a estar con ellas hasta los 20, después se casaban y tenían hijos y yo, iba a ser una tremenda fracasada, ahora lo pienso y me río, pensar que de pequeña pensaba que a los 20 el iba a tener hijos... Eso ahora suena gracioso por que tiene 30 años y ni siquiera piso el matrimonio.
Claramente mi amor hacía el, de forma de más que una amistad, murió hace tiempo, quedo en la adolescencia.
Terminó de leer la carta y lo primero que hizo fue abrazarme, un abrazo de largos segundos.
- Gracias Lu, sos hermosa, el regalo también, increíble. - Dice mientras me mira con una mirada que no sabía descifrar.
- Es lo mínimo que mereces, sos todo eso y más. - Le digo, note como cada vez estábamos más cerca, pero no le di gran importancia.
Me comienza a mirar, sin decir una sola palabra, la tensión entre ambos se siente, de manera que cada uno empieza a acercarse uno al otro, cada uno escuchaba los latidos del otro, ese pequeño sonido que se generaba cada ves que inhalábamos y sin decir absolutamente nada salta al siguiente paso, besarme. Beso que claramente seguí, puedo poner la excusas de que fue solo un instinto, pero yo sé que no lo fue.
Una de sus manos pasó de mi cintura a mi pelo, enredando sus dedos, su otra mano se mantenía en mi cintura, aprisionándome contra el.
Nuestras respiraciones se mezclaban, ambas ya agitadas, por eso mismo finalizo aquel largo y potente beso.
