Reflexión VI: sobre las despedidas

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Las despedidas. Algo intrínseco a la interacción social y que ha existido desde que tenemos uso de razón. Algo que puede contemplarse de diversas formas, ya sea por clasificarlas, o por el sentimiento que generan según las experiencias personales de cada uno; lo segundo, es lo que determinará si la despedida será predominantemente dolor (en cualquiera de sus grados), si será tristeza, si será felicidad, si será rabia...al fin y al cabo, será lo que nos haga sentir diferentes sensaciones.

Con el primer tipo de despedidas es con el que siento rabia, quizás. Son aquellas que suceden al separarte de una amistad o una persona muy querida después de haber estado pasando un buen rato, una buena experiencia, con alegrías, risas y sonrisas. A veces incluso me genera una incomodidad, porque en el momento álgido es cuando ya estoy sintiendo esa separación, y no sé cómo reaccionar: le doy un abrazo, le miro a los ojos, le cojo las manos, le doy un beso, o dos...demasiadas incógnitas para tan poco tiempo de decisión, en el que la otra persona también puede sentirse confusa por el comportamiento que escojas llevar a cabo. Y para colmo, esto normalmente se resuelve con una leve sonrisa y una rápida bajada de cabeza, para finalmente darse la vuelta e irse. Y de vez en cuando ocurre que la última frase se dice mientras ya estás dando la espalda a tu amistad o tu ser querido.

No me gusta esa incomodidad. Como diría la película de Aladín, en un mundo ideal, habría tal confianza y conexión que cada vez sería una reacción sin tener que decidir nada; un abrazo, sonreír con el alma, coger las manos, y soltarlas mientras ambas personas se alejan sin dejar de mirarse hasta que los últimos dedos se deslizan al vacío.

Otro tipo de despedidas son las que involucran a una o más personas que se van de viaje, concretamente uno largo; y en algunos casos no sabes cuándo volverás a verlas. Lo único que sabes es que les irá bien. En este tipo, no he tenido experiencias nostálgicas ni traumáticas, así que por lo general mis recuerdos la asocian a un sentimiento mezclado de alegría y aceptación.

Por supuesto, una "despedida" famosa (si no, la que más) es hacia un ser querido fallecido. Como las demás, es una que depende mucho de cuán de fuerte es la unión entre ambas personas, y en consecuencia lo intenso que será el duelo de la pérdida. Es el momento en el que sentimos tristeza, dolor, arrepentimiento quizá...y todo ello queda acentuado cuando, por desgracia, no hemos tenido la ocasión de acompañar a nuestro ser querido en sus últimos alientos. Por este motivo es por el que he escrito "despedida" entre comillas, ya que parte del dolor de muchos reside en no haber podido decir adiós.

Quería hablar en esta reflexión de otra despedida que, en el caso de una experiencia traumática, podría considerarse que la otra persona también desaparece, aunque seguirá viviendo en una esfera que ya no es la tuya; ni tú formarás parte de su vida, ni tu ser querido formará parte de la tuya. El sentimiento de pérdida puede llegar a ser muy fuerte, y generar duelos difíciles de sobrellevar. Es aquí donde mi experiencia personal influye mucho, ya que he vivido esta despedida con mucho dolor, ansiedad y lucha. 

Esta última es de todas de la que en mi opinión se puede aprender más de uno mismo, y de la que luego podremos crecer como mejores personas. Es la superación del duelo lo que te proporcionará toda una nueva perspectiva de tu ser, y podrás actuar y aprender en consecuencia. Doloroso pero beneficioso a largo plazo.

Reflexiones de un introvertido Where stories live. Discover now