Reflexión II: sobre el cansancio

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Cansado.

Cuando me mencionan que lo parezco, me lo tomo con humor.

-"¡Qué va, qué va, jajaja!".

Sin embargo, en el fondo de mi ser sé que es verdad, y que puede, sólo puede, me merezco un descanso. Vivimos en un mundo ajetreado que se rige por los compromisos, los deberes diarios y las acciones pensando en años vista. Nos ocupamos con demasiadas cosas, las cuales inevitablemente actúan como un suero del olvido de tomar dichos descansos. Y cuando es ya demasiado tarde nuestros cuerpos responden de diferentes formas, donde predeciblemente son populares el estrés, la ansiedad, el agotamiento físico y mental y, en determinados casos, la depresión.

La depresión brota de sufrimiento. Todo este ajetreo no sólo afecta a la vida laboral, sino también social, que cada vez acarrea más emociones y más intensas. Consecuentemente, a más emociones, más probabilidades de que se lleguen a los extremos que dan lugar al mencionado sufrimiento, que a su vez desembocan en la depresión.

Es ahora cuando me pregunto: si no me doy un descanso adecuado, ¿podría alterar ese equilibrio emocional y meterme en un nuevo agujero del que es complicado salir? Ni siquiera es un pensamiento recurrente, mas una reflexión derivada del cansancio.

¿Va siendo hora de hacer una pequeña pausa?¿Laboral y emocionalmente?

De vez en cuando, mi "solución" es desear que todo fluya, que no me tenga que preocupar por nada más que la rutina y que los demás se encarguen de mi parte social. Me agota ser la locomotora que arrastra los vagones tras de sí, me cansa ser la alarma de ciertas amistades con tal de que alguna vez digan "¿qué tal estás, cómo te va?". Por ello, y por desgracia, luego mi sentimiento evoluciona a no querer socializar si soy yo el que lo propone, y ello me hace sentir solo cuando no quiero estarlo.

Cansado. Laboralmente, socialmente y emocionalmente. Pero llegará el descanso, estoy seguro.

Reflexiones de un introvertido Where stories live. Discover now