Capítulo 10

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El lugar no estaba a la venta, tampoco era parte del lote en reurbanización

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El lugar no estaba a la venta, tampoco era parte del lote en reurbanización. El dueño era un hombre común que mantenía la propiedad con la idea de heredársela a su única hija. Cómo inmueble, en realidad no valía mucho; como guarida, era una mina de oro escondida en el corazón del distrito Mapo. Tae-seon vio la oportunidad desde antes de que su padre le cediera el poder, cuando el último de los perros de caza por fin pereció.

Por mucho tiempo, Tablo y sus hombres dominaron el lugar, supervisaban los negocios locales, conectaban las rutas al norte del río, mantenían a las pandillas a raya y, en varias ocasiones, sirvieron como chivos expiatorios de los imbéciles arrogantes a los que llamaban amos. A su muerte, el caos estalló. Las bandas se disputaron el poderío, unas eran fieles a la mafia y otras querían el lugar para ellos.

Mientras lo hacían, los herederos de un poder robado se infiltraron en el territorio, se hicieron con el sitio perfecto para montar su cuartel, usando como tapadera al dueño del edificio y poco a poco, se aprendieron cada punto ciego por el que podían moverse y hacer de las suyas. Ya en el momento en que Da-yeol y sus chicos se proclamaron dueños de Mapo, el nuevo líder de B.A.P estaba instalado frente a sus narices.

Es hora de que nuestra organización recupere lo que siempre debió pertenecernos: la cuna de nuestra sociedad, el corazón de este país, Seúl, le dijo a su gente y como siempre, los nueve le apoyaron y prometieron seguirlo aunque les costara la vida. Algo que no tardaría en suceder, pues como ya una vez se demostró, el trono no es más que una silla cuando la ocupa un plebeyo y la corona sólo puede soportarla quien nació para usarla.

[...]

Los negocios habían cerrado, la calle estaba oscura y vacía. Un simple letrero colgaba de la puerta, indicando que se podía ingresar. Lucas se detuvo a contemplar la fachada, a simple vista tan común y corriente como la del resto de los edificios en la zona, y todavía sin creer que se tratara del sitio correcto, aferró el asa de la maleta que llevaba consigo y entró. Entonces, la realidad lo golpeó, con una mezcla de tabaco, pobreza y vulgaridad.

Subió las escaleras, aguantando el hedor, como si no le sobraran ya suficientes razones para arrepentirse por haber ido ahí. Fue una suerte llegar arriba y descubrir que no era difícil averiguar cuál de todas las oficinas le pertenecía a los prestamistas, pues se trataba de la única con las ventanas tapiadas y luz y sonido colándose por debajo de la puerta cerrada. No tardó en acercarse y golpear.

Lo primero que vio fue una mesa de juego y a cinco chicos, que fumaban, bebían y reían mientras jugaban a las cartas. Reconoció a Ha-young, uno de los que estaba dentro, con su madre, la noche que atacaron el restaurante. Ninguno de los que montaba guardia se hallaba presente, pero no importaba quiénes realmente presenciaran lo que pasaría, mientras el líder, Tae-seon, no se atreviera a faltar.

—Miren nada más —canturreó el cabecilla, con el cigarrillo entre los dientes— el bello universitario ha vuelto para pagar su deuda.

Sus amigos se rieron sin despegar los ojos de las cartas, Lucas podría haber esperado a que terminaran, pero le urgía salir de ese asqueroso lugar, así que se adentró en la oficina dando largas zancadas y nada más plantarse frente a la mesa, arrojó encima la maleta que llevaba. Las apuestas se desperdigaron, una botella de soju se cayó y el líquido se derramó por el suelo, no sin antes empapar la pierna de un pelinegro, que se quejó y lo maldijo, poniéndose de pie.

Sangre y poder [Luren] TERMINADAWhere stories live. Discover now