23: La ley del infierno

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—Akil... —Me inclino, pero no me muevo mucho, cuando noto que tengo una chaqueta que cubre mi desnudez—. Qué vergüenza.

Me sonríe, luego vuelve su vista a la carretera.

—Cuando lleguemos a la casa, podrás cambiarte.

Trago saliva.

—Viniste rápido.

—Tenía unos asuntos que atender, pero los pospuse. Me traje el trabajo hasta aquí, estaba algo preocupado —agrega lo último tras una pausa—. El capitán también lo está.

—No lo creo. —Miro por la ventanilla—. Akil... quieres decir que... ¿No nos vamos a ir? —consulto, preocupada.

—No —dice a secas—. Hay que terminar este caso.

—¿Y tu esposa no estará molesta de que estés conviviendo con tu amante?

—Adara, te seré franco, no tengo esposa.

Enarco una ceja, luego giro mi cara a mirarlo.

—¿Disculpa? ¿Y la madre de tus hijos?

Detiene el auto, despacio, luego se gira a observarme, lento también.

—No te asustes, pero es probable que lo sepas.

Abro la puerta y me bajo del coche, entonces él hace lo mismo. Me pongo de espaldas, no puedo mirarlo, no quiero procesar esto.

—Eres uno de ellos.

Hace un silencio antes de responder.

—¿Querías que te mienta? —consulta.

Mis labios tiemblan.

—No, es solo que no comprendo. ¿Por qué me lo confiesas? ¿Por qué ahora?

—Le crees a Cainán, ¿verdad? —pregunta.

Me giro de manera abrupta a observarlo.

—Conoces lo mucho que sufro con mis pesadillas, ¿por qué no?

—No sé qué te habrá dicho de mí, pero...

—Él sospecha que todos mis superiores quieren destruirlo, ¿es así?

—En absoluto, solo es sospechoso de un caso —declara, firme.

—¿No tienen nada que ver con las muertes en Norville?

—No, de hecho, estamos aquí para averiguar eso. Adara, concéntrate, que esto sea sobrenatural, no le quita seriedad al asunto. Alguien está asesinando personas sin siquiera reportarlo. Los demonios pueden matar, pero hay límites.

—Cielos, eres Akil... —Reacciono, sintiendo mis mejillas arder—. Amas la ley por sobre todo, eres mi Akil. —Luego me corrijo, nerviosa—. Quiero decir, creía que me encontraría con una persona totalmente diferente. Bueno, eres un demonio, pero...

Sonríe.

—Puedes confiar en mí, Adara.

Trago saliva.

—Cainán dijo... no estoy segura, pero... sospecha de que no sea humana. —Me agarro las manos, nerviosa—. ¿Tú sabes algo?

Bufa, pone la mano en su nuca.

—Eso... solo lo sabe el capitán. —Hace una pausa y baja su brazo—. No tengo idea de nada, quizás por eso vine aquí y los demás ni se gastaron en ayudar.

—Siempre has sido amable conmigo —murmuro, luego frunzo el ceño e insisto—. Dime la verdad.

—No tengo más nada que explicar.

—¡¿Y entonces por qué me hiciste quedar como la otra?! —grito, indignada—. ¡¿Qué hay con la mentira de tu esposa?! ¡¿Y tus hijos?!

—Mis hijos existen, de hecho, los traje a Norville, y con respecto a mi esposa, eso también es culpa del capitán, dijo que había que terminar la relación, así que me inventó una excusa.

—¡¡¿Qué tiene que ver el capitán Rowan Maximus en esto?!! —expreso en alto.

—Lo habrás notado, pero los demonios tienen rango, no solo es mi superior en la policía humana, también lo es en el ámbito paranormal, y pesa mucho eso entre nosotros, no espero que lo comprendas.

Me quedo observándolo fijo y en silencio, luego suspiro.

—¿Y ahora qué?

—Vamos a la casa, descansamos un poco y mañana directo a la comisaría. Hay que trabajar, la vida sigue. Terminemos rápido antes de que el jefe se entere de que me fui.

Reacciono.

—¿No le dijiste? —Me sorprendo.

Se ríe.

—Oye, que tenga más rango que yo, no significa que vaya a obedecerlo siempre, soy un demonio después de todo.

—Bien. —Abro la puerta del coche—. Pero más vale que me expliques más cosas, y no quiero ninguna trampa, estoy cansada de los enigmáticos. —Pienso en Cainán.

—¿Quieres ver a Cheshire y Ruy? —consulta, mencionando a los mellizos.

—Supongo que tú... —Hago una pausa—. Los tuviste solo.

—Si hablas de que los regurgité, pues sí, lo hice.

—¿Y por qué tuviste hijos? ¿No te los comes? —Pienso otra vez en Cainán.

—¿Segura que quieres preguntar? Creo que la respuesta ya la sabes, tenía que ser creíble.

—¿Y por qué no me terminaste y ya? Era más simple.

—No sé, pregúntale al capitán. —Se ríe, así que deja de hacerlo cuando lo miro de mala manera—. Calculo que haber venido es una gran disculpa, ahora estoy atrapado aquí contigo.

Enarco una ceja.

—O sea, que es verdad, ¿pero se puede salir?

—¿Quién te dijo que no?

—¿Cómo? —Entrecierro los ojos, ignorando su pregunta.

—Convenciendo a Norville. ¿Cómo crees que me fui a vivir a la gran ciudad? Mi infancia la viví aquí, ¿recuerdas?

Cierto, con Akil en Norville, quizás sea más fácil entender, ya que ni siquiera me evita las preguntas, no como el otro, el cual siempre dice cosas confusas. 

Yo creo que Adara está pensando mucho en Cainán 😂❤️

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Yo creo que Adara está pensando mucho en Cainán 😂❤️

Saludos, Vivi.

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