CAPÍTULO 02

361 22 0
                                    

Alexander

Cerrando mis ojos, permito que sus cálidas curvas se moldeen contra mí y egoístamente tomo lo que ella me está ofreciendo. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y tiro de ella más cerca, sabiendo que debería parar, pero incapaz de hacerlo. Ella encaja perfectamente contra mí, como si estuviera destinada a ser mía. Hecha sólo para mí. Perfección que tengo pensado mantener conmigo.

"¿Cuál es tu nombre, Pequeña?" pregunto, tratando de suavizar mi voz, no queriendo asustarla mientras presiono mi cara en su largo y oscuro cabello como el chocolate y siento la dulce fragancia de pétalos de rosas. Es la cosa más dulce que he suspirado en mi vida.

Ella retrocede sólo un poco para mirarme a los ojos. Sus ojos azules están grandes por el asombro.

"Liliana."

Su sonrisa es cálida y ella me mira como si yo hubiera venido a salvarla. Tal vez sí.

La mirada de confianza que me brinda es casi suficiente para ponerme de rodillas. Es inocente y pura, como si nada sucio la hubiera tocado alguna vez, no como las mujeres que usualmente se me insinúan. Me miran como si tuvieran una ventaja. Ellas piensan que, porque me veo rudo alrededor de los bordes, tal vez incluso un poco peligroso, eso es lo que voy a darles. Las dulce e inocentes ni siquiera me miran, pero ésta simplemente se lanzó contra mí. Ella ni siquiera sabe que debería estar asustada, que cuando ella saltó a mis brazos, selló su destino.

"Soy Alexander y tú eres mía ahora, Liliana" digo, moviendo mis manos hacia abajo y ahuecando su trasero con un agarre posesivo.

"Me perteneces" aprieto su suave carne, mostrándole cuan ciertas son mis palabras, Sólo a mí. Me pertenece sólo a mí.

Ella sonríe otra vez y asiente con su cabeza, haciendo que sus rizos se muevan.

"¿Qué te tomó tanto tiempo?" ella susurra, con esa mirada de asombro todavía en su rostro.

No puedo más que reírme un poco.

"Tenía que encontrarte, Princesa. Te estabas escondiendo de mí" bromeo. No tengo ni idea de lo que está pasando aquí, pero me importa una mierda. Ni siquiera puedo hacer que me importe. Todo lo que sé que me importa en este momento es asegurarme que nadie la aparte de mí y que su dulce y pequeño culo se quede justo donde está; en mis manos.

Ella presiona su pecho contra el mío y coloca su peso sobre mí. La tomo en brazos allí mismo, en las escaleras y ella rodea mi cintura con sus piernas, justo como si lo hubiera estado haciendo por años.

"No volveré a esconderme de ti nunca más." susurra.

Muevo su cuerpo contra mi dura polla y saco todo pensamiento coherente de mi cabeza. Esta es mi mayor fantasía haciéndose realidad y no voy a cuestionar nada. No me voy a concentrar en nada más que Liliana y en hacer mío cada centímetro de su cuerpo.

Porque una parte de mí piensa que esto es demasiado bueno para ser cierto. Tal vez todavía estoy en casa, en mi vacío y frío condominio, dormido y soñando con la chica perfecta. Porque eso es lo que ella es. Ella es todo lo que yo soñé. Esas noches cuando me recostaba en mi cama y me acariciaba para liberarme, lo hacía pensando en ella.

"No, no lo harás. No volverás a estar lejos de mí de nuevo "gruño, colocándola incluso un poco más cerca, porque no quiero que haya siquiera algo de espacio entre nosotros. No le daré a ella la oportunidad de esconderse.

"¿Qué pasa ahora?" ella mira alrededor de la casa y una mirada de inseguridad cruza su rostro.

"Ahora, mi dulce niña, te llevaré arriba y me mostrarás lo que me pertenece."

Sus ojos vuelan de vuelta a los míos y se ruboriza.

"He leído en mis libros lo que pasa después." Ella duda durante un minuto, sus mejillas tornándose de un rosa aún más oscuro. Su blanca piel luce como si nunca hubiera sido tocada por el sol. Ni siquiera sabía que las mujeres podían sonrojarse de tal forma.

"Nunca antes he hecho algo de eso."

"Bien "bramo, una profunda necesidad bárbara circula por mi cuerpo al saber que seré su primero. Su último. Su todo. Le enseñaré todo lo que sabrá sobre el sexo. Cada beso, toque, orgasmo estará en mis manos. Subo las escaleras de dos escalones y me aseguro de que mi agarre sobre ella está firme.

"Muéstrame tu cuarto."

Ella me señala la dirección y yo avanzo hacia allá. Mi polla me está guiando y he dejado toda la cordura en la puerta de la entrada. Tengo la sensación de que con ella, tal vez nunca la vuelva a tener. No con todos los pensamientos corriendo por mi mente. Pensamientos que nunca antes había tenido. Deseos, anhelos, esperanzas, todo lo que nunca había imaginado... hasta ahora.

La llevo por un largo pasillo y cuando llegamos al final, tengo frente a mí grandes puertas dobles. Entro y las pateo fuerte detrás de nosotros, encerrándonos dentro. Quiero tantas puertas cerradas como sea posible entre nosotros y el resto del mundo.

Su habitación está un poco vacía. Sólo una cama con dosel envuelta en tela de gasa blanca. Una cómoda está a un lado, pero no hay otro mueble del cual hablar. Grandes vitrales recubren la habitación, vertiéndola de color y luz solar.

Después de mi rápido escaneo alrededor de la habitación, mi necesidad palpita y no puedo contenerme por más tiempo. La llevo hacia la cama y la siento en el borde de la misma, luego me arrodillo delante de ella.

"Desnúdate, Liliana" digo con los dientes apretados.

"Quiero ver lo que me pertenece."

Veo que sus dedos nerviosos se dirigen hacia abajo y se deslizan lentamente por el transparente camisón blanco hasta que está en la parte superior de sus muslos. Con impaciencia, empujo sus muslos para abrirlos ampliamente, haciéndole saber que estoy listo. Mi boca se hace agua ante la vista de sus cremosos muslos y puedo ver a través de su camisón. Ella no está usando bragas. Sé que en solo un milímetro o dos más, ella se revelará, y no me negará nada. Continúa levantando su bata, haciendo el resto del camino y me muestra su pequeño coño rosa. Hay una pequeña zona cubierta con pelo encima de él, pero por lo demás se ve joven y mojada. Sus labios están húmedos por la necesidad y su diminuto clítoris sobresale, todos rogando por mi boca. Empujo sus rodillas un poco más, queriendo ver si su himen todavía está en su lugar. Cuando ella se inclina hacia atrás y veo su apertura, siento que mi polla gotea un poco en mis pantalones.

Ella es virgen y yo asiento con aprobación.

"Dulce princesa. Esperaste por mí"

Intocable - ARWhere stories live. Discover now