Leyra

Capítulo 11.

Negarme fue un golpe en mi pobre y necesitada vagina. Es que puede que mi deseo sea demasiado grande y tenerlos cerca es como respirar, pero solo pasaron una semana y un par de días, no es que deba si o si acostarme con ellos. Me martillea la cabeza pensar que quizás los lastime, no físicamente sino emocional, yo estoy decidida a irme. No puedo dejar todo lo que luche por estar aquí, un mundo que desconocía hasta que caí sobre un árbol y descubrí que mi alma esta unida a las suyas. Eso no me hace sentir mal, he visto muchos poliamor en casos que leí, y experimentarlo ahora, es sorprendente, siempre tuve curiosidad de como funcionaba, pero va mas allá del tener relaciones sexuales. A pesar de que muchos creen que solo se debe tener cariño por una sola persona, creo que se puede dejar un espacio para otro en el corazón. Estoy segura que si mis padres me vieran les daría algo.

—¿Adónde vamos? —le pregunto a Boris mientras nos alejamos del castillo. Hoy me desperté con un delicioso desayuno que él había preparado y me invitó a dar un paseo. Acepté, era lo mínimo que podía hacer después de haberlo dejado con una enorme erección.

—No seas impaciente. Ya estamos cerca.

—¿Y Alexey? No lo he visto hoy.

—Está hablando con el alfa Daniel. Quieren poner más campos de protección en las manadas. Los rechazados de los Rogers están atacando y tratando de infiltrarse.

Le agradezco que me informe.

—¿Por eso se marcharon la otra vez?

—Sí —sus ojos grises me miran por un instante y su mano, que está unida a la mía, me da un leve apretón como si calmara mi temor—. No te preocupes, Alexey y yo te defenderemos con nuestras vidas.

Asiento en silencio, no le doy las gracias ni le digo que lo haga, porque no me gusta cómo suena eso. Parece dispuesto a sacrificarse por mí... y una parte de mí grita que yo haría lo mismo por ellos. Estos infames Rogers son lobos crueles, su único deseo es matar a los que son compañeros, pero eso no les impide atacar también a los que no lo son. ¿Qué clase de seres solo tienen ganas de matar? ¿Por qué el creador de este mundo no los eliminó? Vidas inocentes fueron arruinadas.

—Llegamos.

Oh.

Me quedo maravillada ante la belleza de la naturaleza que se despliega ante mis ojos. Una cascada de agua cristalina cae suavemente entre las rocas, formando un estanque de color turquesa que refleja la luz del sol. El musgo y las plantas verdes rodean el agua, creando un contraste de colores y texturas. El bosque se extiende detrás de la cascada, con árboles altos y oscuros que ocultan sus secretos. Siento una paz y una armonía que me llenan de alegría. Es un lugar mágico y relajante, nunca he visto unas así y me gustaría quedarme acá.

—Creí que con solo mirarme te quedabas callada, pero supongo que esto lo cambia —me dice divertido.

—Es la primera vez que veo una cascada.

—Lo supuse. ¿Quieres sentarte o tocar el agua?

—¿Se puede?

—Si. Ve.

Siento una chispa de curiosidad en mi pecho al ver el estanque que Boris me ha traído. Sus ojos brillan satisfechos de verme emocionada. Me acerco lentamente, decidida a tocar el agua. Esta es una oportunidad única, no sé si volveré a ver algo así. El agua está fría, pero no tanto, lo suficiente para que hunda mis dos manos con suavidad. Suelto un jadeo al ver algo rozar mi mano, es pequeño y plateado, como una escama. La risa de Boris se escucha detrás de mí. ¿Qué es eso?

Me quedo quieta, esperando a que vuelva a aparecer. Y entonces lo veo, es una sirena, una sirena diminuta. Tiene el cabello azul y la cola verde, y unos ojos curiosos que me miran con sorpresa. Es la cosa más hermosa y mágica que he visto en mi vida. Noto que no está sola. Hay más sirenas como ella, de diferentes colores y formas, que se acercan a mí con timidez. Algunas se esconden detrás de las rocas, otras nadan alrededor de mis manos, otras me sonríen con dulzura. Parecen tan inocentes y felices, como si no supieran del mal que hay en el mundo. Me siento abrumada por la emoción, por el asombro. ¿Cómo es posible que existan?