XI

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TW: uso de sustancias, ataque de pánico, violencia, uso de armas, muerte gráfica


Desde ese momento, esa se convirtió en su nueva rutina.

Cada momento libre de sus vidas la pasaban juntos enredados en sus brazos con las pupilas dilatadas y la nariz manchada. Malena y Danilo se sumergieron en un mundo de romance y euforia, encontrando refugio el uno en el otro en la intimidad de sus camas.

Malena siempre que podía se acurrucaba contra el pecho de Danilo, para sentir el latido constante de su corazón como una melodía reconfortante. Sus dedos jugueteaban con los mechones oscuros de su cabello mientras él la rodeaba con sus brazos, creando un abrazo cálido.

Los besos se convertían en su lenguaje secreto. Cada roce de labios era como un suspiro de complicidad, un recordatorio de que estaban juntos.

Los dedos de Danilo acariciaban suavemente el rostro de Malena, trazando cada curva con reverencia, tratando de recopilar toda la información para guardarla en lo mas profundo de su mente, mientras se perdían en el placer de sus labios encontrándose una y otra vez. Malena suspiraba entre beso y beso, sintiendo cómo el mundo exterior desaparecía mientras se sumergía en la dulzura del momento. Un plato con líneas blancas siempre al lado de sus camas.

El aroma suave de la colonia de Danilo se mezclaba con el perfume floral de Malena, creando una fragancia única que llenaba la habitación y envolvía sus sentidos. Cada beso era como una melodía suave y apasionada, una danza de labios y lenguas. Tal vez la razón por la que sentían demasiado era porque cada vez que se veían Malena traía en su bolsillo una bolsita de polvo blanco.

Malena se negaba a aceptar encuentros con el castaño de forma diferente. Le parecía que si su mente no se encontraba en otro lado cuando estaba cerca del castaño, las cosas se harían mucho más difíciles.

Implicarían tener que pensar las cosas y sabía que si hacía eso el miedo que sentía de caer rendida a los pies del castaño se presentaría latente en su cerebro. Y no podía permitirlo.

La vida en la pandilla se había vuelto mucho más fácil. Malena estaba más atenta, más presente. El miedo ya no la detenía ahora sentía una fuerza imparable que la volvía despiadada.

Su hermano la veía con orgullo cuando Malena aterrorizaba a alguien que estaban amenazando
Cuando veía que su hermana levantaba el arma sin temblar, eso sí, jamás la dejaba disparar.

Pero Cochi se empezó a preocupar cuando notó que no solo Jorge se había vuelto despiadado, sino también Malena.

Malena por su lado, estaba contenta por su progreso y sabía que tenía a que y a quien agradecerle.

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Un domingo a la mañana Malena y Danilo se encontraban acurrucados en la cama, envueltos en la suavidad de las sábanas y perdidos en el calor de las sensaciones que el polvo blanco les daba. La luz dorada del sol se filtraba por las cortinas entreabiertas, creando una atmósfera íntima y acogedora a su alrededor.

El sábado anterior, Danilo había tenido un partido de fútbol contra Racing en el que habían ganado por goleada. Malena no pudo estar ahí para verlo, porque su hermano la obligó a quedarse a cuidar la casa mientras el se iba a hacer algo de suma importancia. Aunque si le había molestado la tarea que Cochi le había dejado se sintió mejor cuando este le alcanzó un arma y le permitió tenerla fuera de su cuidado. Cochi jamás le dejaba tocar un arma sin la precensia de él para controlarla.

Aunque le entristecia haber perdido el partido exitoso del castaño, lo repuso invitandolo a celebrar con un poco de cerveza, para luego volver a la casa del chico a hacer lo que venían haciendo semanas atrás.

LA DAMA Y EL VAGABUNDO|| danilo sanchez/ matias recaltWhere stories live. Discover now