Epilogo: Halcón Blanco

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Año 2022 - 23 DE DICIEMBRE

VALLE DE CATAMARCA - Hora - 6:12 pm

Himeya y Zhera se encontraban frente a la tumba de Gael Laux en una tarde tranquila, vispera de Navidad. El cielo estaba cubierto de nubes grises, reflejando el estado de ánimo sombrío que envolvía el lugar, y las luces de las velas parpadeaban suavemente en el atardecer. Zhera miraba la lápida con curiosidad, Himeya colocaba con cuidado una ramita de pino en la base de la tumba.

—¿Has vuelto a saber de Helena? —preguntó su hermana, rompiendo el silencio con delicadeza.

—Cuando regrese un año después para visitar a mis amigos, Helena ya no estaba en el valle. Sus padres eran dueños de una granja y la vendieron. No se a donde se fueron. Nunca mas la volví a ver. Todavía pienso en ella a veces y todo lo que paso en el verano. Desearía haberla conocido antes. Tenia mucho que decirle. Parece que simplemente se perdió en el pasado, como una hoja llevada por el viento —respondió Himeya con tristeza.

Su hermana le dio una mirada comprensiva, compartiendo su dolor y su incertidumbre. Ambos recordaban a Helena con cariño, una figura valiente y decidida que había dejado una marca indeleble en sus vidas.

—Ojalá algún día puedas volver a verla —susurró su hermana, con la esperanza brillando en sus ojos.

Himeya asintió en silencio, sintiendo un nudo en la garganta al pensar en la posibilidad de reunirse con Helena nuevamente. Sabía que el tiempo y la distancia los habían separado, pero en lo más profundo de su corazón, nunca había dejado de anhelar el reencuentro con su amiga perdida.

—Helena era una persona increíble. Tenía un liderazgo natural y un corazón valiente. A veces me pregunto qué habrá sido de ella, si alguna vez cumplió sus sueños, si sigue siendo la misma chica valiente y decidida que conocí en aquellos días en el valle.

Mientras permanecían allí, en ese lugar de memoria y reflexión, una sensación de paz comenzó a envolverlos. A pesar del dolor de la pérdida, también sentían la calidez de los recuerdos compartidos y la fuerza de los lazos que los habían unido en tiempos difíciles.

Zhera con manos temblorosas, encendió una vela encendiendo una vela para honrar su memoria y la colocó junto a la tumba de Gael. Mientras colocaba la vela en el suelo, notó algo extraño entre la tierra suelta alrededor de la lápida. Con curiosidad, comenzó a remover la tierra con cuidado, revelando poco a poco lo que parecía ser una pequeña medalla.

—Himeya, mira esto —llamó Zhera, extendiendo la medalla hacia su hermano.

Himeya se acercó y tomó la medalla en sus manos, sus ojos se abrieron con sorpresa. Reconoció la medalla al instante, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras el pasado cobraba vida frente a sus ojos.

—Es la medalla del halcón blanco que le di a Helena antes de despedirnos —murmuró Himeya, su voz llena de sorpresa y confusión.

—Pero ¿cómo pudo haber llegado aquí? —se preguntó Zhera en voz baja, mirando a su alrededor como si esperara encontrar respuestas en el silencioso cementerio.

Himeya frunció el ceño, profundamente intrigado por el misterio ante ellos. Entonces, un pensamiento repentino cruzó su mente.

—¿Y si... y si Helena estuvo aquí todo este tiempo? —sugirió Himeya, su voz llena de esperanza y emoción.

—Parece que Helena estuvo aquí después de todo —dijo Zhera, su voz apenas un susurro en el aire nocturno.

—Es posible. Tal vez ella también necesitaba encontrar un lugar para honrar la memoria de Gael, un lugar donde pudiera dejar algo que significara algo para ambos.

Las Crónicas De Victory®Where stories live. Discover now