—Adiós.

Salí de su presencia para meterme a la habitación de Timothy y apoyar la espalda contra la puerta, mi corazón latió muy fuerte como si de verdad estuviera huyendo del encuentro sexual que tuve.  Mi amigo duerme plácidamente con la boca un poco abierta, su estómago baja y sube lento por ello trato de no hacer mucha bulla yendo al baño para darme una ducha. El agua fría despertó cada célula que aún dormía dentro de mí. Fundí mi cuerpo con una pantaloneta de hombre y una camisa holgada junto a mis calcetas y crocs. Fin de semana, uno puede usar lo que desee.

Ya lista para enfrentar al mundo bajé por algo de comida, el estómago me ruge como león, ahí ya está Dalí con Timy al lado, ambos me sonrieron y les devolví el saludo.

—¿Café?— preguntó el chico de ruedas cerca de la barra en la cocina.

—No gracias, prefiero jugos. ¿Tienes?

Éste miró a Timy, el otro soltó una carcajada.

—Solo de caja si te gustan— responde confuso.

Fui y serví un vaso al tope de jugo de mora, mi favorito. Me senté en la mesa acompañada por los chicos que ya hicieron su desayuno, hice una llamada a casa. Son las reglas que tengo, llamar a mamá una vez  a la semana para darle a saber que sucede conmigo y mis estudios. Días sábados de preferencia, ella descansa de su trabajo al igual que yo.

—Buenos días mamá— sonreí, puede ser cierto que a veces nos llevamos mal pero es mi madre, la quiero mucho.

—Buenos días hija, ¿cómo estás?— su voz sonaba somnolienta.

—Bien, ¿te desperté?

—No, hace rato que abrí los ojos.

—Ah, okay. ¿Qué tal el trabajo?

—Bien, salí temprano toda la semana. Tu padre me ha llamado para decirme de tu comportamiento— comentó con la intención de regaño en su voz.

—Él no sabe nada— me quejé.

—Leah— advirtió.

—Es verdad, ¿o no?

—Solo pórtate bien y no hagas que su esposa hable mal de ti.

—Okay, lo haré ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Un rato más con el móvil pegado al oído hablando con mi madre sobre lo que quisiera y dándole a saber el chisme como ella le llama de mi vida colgué, los chicos aún seguían ahí sentados hablando de temas varoniles, yo contemplo mi jugo de mora que casi se acaba, la mirada de Dalí no se apartaba de mí y al final habló.

—Sí quieres más ve y tómalo, no hay problema. También estás pagando tu alimentación— recordó,  salté sobre mí lugar y sonríe.

—¿De veras?

—Sí.

Sin decir más fui por la caja de jugo al refrigerador y me senté a beber con ellos, jugo por supuesto y escuchar la charla que tienen, de repente un cuerpo femenino muy bien formado entró a la cocina como Juan por su casa, una chica rubia, alta con el pelo enmarañado tomó algunas cosas de la cocina.

Los chicos no dieron atención a la chica de cabello rubio oscuro, todo lo contrario. Siguieron hablando entre ellos, todo fue más interesante cuando Charlie entró a la cocina, se acercó a la chica y la besó de una manera nada... ¿Cómo decirlo? ¿Lenta? ¿Discreta? Me quedo con la segunda, abrí tanto la boca que llegue a pensar en una mosca dentro de ella.

—Alex, Alex.

—Mmm— giró para ver a Timy con confusión y el brazo extendido cerca del mío.

—¿Qué te sucede? Parece que te dio algo.

El Arte De ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora