SEIS6

13 2 1
                                    

En el momento en que ambos cortamos la poca distancia que nos quedó para poder unir nuestras bocas algo dentro de mí me dijo que estaba haciendo lo incorrecto, cuando eso sucedía ya no hago lo que iba a hacer y pienso muchas veces ese tema. Esperé, y al parecer no fui solo yo. Russ, de igual forma dejó de acercarse a mí y me vio a los ojos. Mi mano está en su nuca y nuestros alientos se chocan.

—Alex no creo...

—Russ no estoy tan segura...

Hablamos al unísono, nos vimos extraños para después separar nuestros cuerpos de algo que ya está flanqueado por ambas partes.

—Russ— tomé la iniciativa —No sé qué acaba de pasarme pero ahora ya no quiero hacerlo, me he arrepentido a último minuto y, no quiero que creas que soy una cobarde— jugueteo mis dedos —Solo.. quiero que sigamos como estamos, con esa confianza que me tienes como pedirme esto y accedí porque te tengo demasiada confianza y sé que respetas mis limites, tú lo sabes mejor que yo, así que dime... ¿estás enojado?

Hice una mueca esperando ansiosa su respuesta, perder a otro chico cuyo trato hacia mí es tan lindo es algo que no quiero ni en otro universo alterno, este tipo de relaciones son las que me gustan. Russ es un gran chico sin duda pero no estamos destinado a esto.

Un dejo de risa llamó mi atención.

—Te comprendo Alex,  por eso te pido que me disculpes por lo sucedido. Quiero seguir siendo tu amigo, ese que te mete a su habitación para que él resto piense que vamos a ya sabes— hizo una mueca  —No estoy enojado contigo por lo que decidiste, es más, te apoyo. Cuando vuelva a proponerte que vayamos a toquetear solo dame una cachetada y ¡asunto resuelto!— la alegría volvió a sus ojos. —¿Te parece?

—Sí, por supuesto que sí.

Arreglamos nuestras indiferencias para ver otra película y quedar dormidos abrazados dándonos calor y la noche favoreció nuestra cercanía ya que comenzó a llover fuerte y el aire por la ventana abierta del cuarto refrescó la habitación. Russ me aseguró que él puede convertirse en un oso de peluche cuando quisiera, es blando y muy cómodo. Lo tendré en cuenta cuando no pueda dormir. Desperté desorientada en el lugar, la respiración de Arthur azota mis cachetes y su brazo aún rodea mi cintura, pero yo tengo ganas de ir a hacer pipí de modo que salí con sumo cuidado de su agarre y con mis cosas salí de la habitación con cara de querer morir.

Di el paso para ir a la otra habitación pero la presencia de una señora acompañada de una escoba y un mandil detuvo mi caminar.

—Buenos días señorita, ¿ya se va? ¿Quiere que le prepare algo de comer? Puedo llamar a un taxi si desea— ofreció con tanta amabilidad poco creíble hoy en día.

—Yo no...

—¿Se quedará otra noche?

"Madre mía, te ha tomado como acostón de una noche. Jaja."

—Yo vivo aquí, ya nos hemos visto antes. En la entrada— traté de no sonar borde —Soy la enfermera de Dalí... bagh, del niño Dalí— recuerdo sus palabras que dijo aquel día refiriéndose al chico de silla de ruedas.

La señora abrió su boca en una gran O empezando a recordar mi presencia aunque al instante borró esa sonrisa orgullosa por haberlo hecho y volvió a hablar:

—Pensé que era una de las chicas que los niños traen por las noches para... ya sabe— dudó —Para divertirse.

—Ajá— asentí lento —Sí, pero no.

Traté de salir pero nuevamente detuvo mi andar.

—Es que la vi salir de la habitación del niño Arthur— escaneada con su mirada que juzgaba añadió: —Su apariencia no ayuda mucho, la verdad— fue sutil con sus palabras pero la ofensa está hecha para ofenderte.

El Arte De ConocerteDove le storie prendono vita. Scoprilo ora