Sonreí, pensando en lo diferentes que podíamos ser en algunos aspectos porque Jimin todavía frecuentaba cualquier sitio en donde se pudiera bailar y "socializar". Era la forma en que él se refería a cuando tenía ganas de conocer chicas, y yo por mi parte prefería la tranquilidad de mi despacho, un vaso de whisky en las rocas y la melodía de un buen jazz.

      Jimin decía que me había convertido en un anciano con el paso de los años, pero yo creía que era el resultado de haber vivido de manera diferente el tiempo de nuestros veintes a los treintas.

      —¿No vamos a invitar a nadie a bailar? —preguntó mi amigo, consiguiendo que saliera de mis pensamientos.

      —Ahm. —, balbuceé, buscando a alguien que llamara mi atención.

      En la otra punta de la barra estaba un grupo de tres chicas que cuchicheaban y reían mirando hacia nosotros, conmo si estuvieran anticipando algo y las señalé con la mirada.

      —Pues hay un grupo de tres chicas por allá — sugerí, devolviendo la vista al frente para disimular. Mi amigo se inclinó por la barra y les echó un vistazo.

      —Están guapas ¿Te interesa alguna? —inquirió.

      —Tal vez, pero si te soy sincero lo que todavía no me interesa es ir a bailar. Creo que necesito un poco más de alcohol en mi cuerpo.

      —Taehyung...

      —Es en serio, solo déjame beber un poco más. Pero si tú quieres, ve. Yo te observaré desde aquí y te acompañaré en seguida.

      Entrecerró los ojos, dudando un rato, pero luego miró de nuevo hacia las chicas y noté que una de ellas ya se lo estaba comiendo con la mirada así que le di un empujón con el codo.

      —Ve, hombre.

      Y le fue suficiente para ir por ella.

      —Te espero en la pista, Taehyung —advirtió elevando el tono de su voz para que pudiera escucharlo y sonriendo levanté mi.

      Pronto vi a mi amigo demasiado entretenido, con las manos puestas en las caderas de aquella mujer, quien se meneaba con gracia contra sus pantalones y reí porque eso significaba que podía ir olvidándome de su insistencia para que lo acompañara.



      Demasiados tragos después, empecé a sentir ganas de ir al baño. Busqué a mi amigo entre la gente para hacerle una seña al menos, pero no supe en qué momento perdí su rastro y supuse que había ido a algún sitio más privado con aquella mujer.

      Si ese era el caso no tenía idea de en cuanto tiempo volverían y yo no podía esperar más, así que dejé el vaso sobre la barra y me fui.

      Cuando terminé, me lavé las manos y tomé el teléfono para fijarme en la hora. Apenas había pasado de la una de la madrugada, pero ya estaba considerando decirle a Jimin que quería regresar a casa en un rato más.

      Guardé de nuevo el móvil, y salí al pasillo, en donde me detuve de inmediato cuando fui sorprendido por una persona que me resultó familiar.

      Una alumna del Dwight.

      Quise hacerme el desentendido y decidí caminar de regreso al baño pero cuando escuché su voz llamándome supe que era demasiado tarde.

      —¿Director Kim? —, dijo a mis espaldas y cerré con fuerza los ojos, preparando mi mejor cara para dar media vuelta hacia ella, pero cuando lo hice, no pude evitar escanearla de arriba a abajo.

      —Señorita Seo —murmuré.

      Llevaba puesto un vestido negro que se ajustaba en la medida correcta a su cuerpo, ni muy ceñido, ni tan holgado. Unas delicadas tiras cruzaban sus hombros, enfatizando su piel clara junto a las suaves líneas de su clavícula y...

      —No sabía que frecuentaba éste tipo de lugares—. Interrumpió mis pensamientos, entonces noté que me había quedado viéndola más de lo necesario.

      —N-no lo frecuento realmente, es la primera
vez que vengo aquí —respondí.

      —Entiendo.

      Ella asintió, apretando una sonrisa pintada en su brillo de labios rojizo y detrás de ello un silencio incómodo inundó el pasillo. Sin embargo ni ella ni pudimos movernos de ese sitio.

      Los ojos negros de la señorita Seo miraron rápidamente hacía los míos. Sentí que fue un segundo, puede que tres, pero los suficientes para sorprenderme a mí mismo buscando la manera de continuar esta extraña conversación.

      —Supongo que vino con su novio, Señorita Seo.

      Me arrepentí al instante en que hice esa suposición. Mierda. No era de mi incumbencia saber con quién salía.

      Ella frunció el ceño porque mi pregunta al parecer le resultó confusa.

      —¿Mi Novio?

      —Si, el joven Jeon. ¿No es su novio acaso? —continué.

      Ninah lo analizó por unos segundos, pero luego soltó una risa nerviosa que cubrió con una de sus manos mientras sus mejillas se ruborizaban.

      Negó al instante.

      —Jungkook no es mi novio. Es mi amigo y no vine con él, estoy con otro grupo.

      Me explicó y asentí.

      De repente nos quedamos en silencio otra vez hasta que un teléfono mvil sonó. Era el suyo, y agradecí internamente porque podía tomarlo como excusa para despedirme y escapar de esta situación. Ella revisó su pantalla luego me miró.

      —Creo que me perdí de mis amigos. Me están buscando, así que debo irme.

      —Claro —dije corto.

      —Adiós Director Kim, que se divierta ésta noche —se despidió con una reverencia.

      —Igualmente Señorita Seo.

      Dio media vuelta para salir, y la miré una última vez, desde la tira del vestido hasta sus...

      —Señorita Seo.

      —¿Si? —. Volteó a mirarme expectante.

      Me acerqué, tratando de elegir las palabras correctas para dirigirme a ella aunque me sintiera apenado, entonces decidí soltarlo directamente.

      —No se si se ha dado cuenta pero... —. Señalé a sus pies —. Se le quedó pegado un trozo depapel en el tacón.

      Y lo siguiente que vi fue el rostro horrorizado de la señorita Seo, tiñéndose en un rubor intenso mientras giraba para levantar el pie.

      Intentó deshacerse rápidamente del papel pero terminó perdiendo el equilibrio y el tacón en el que apoyaba su peso tambaleó provocando que se le doblara el tobillo.

      Corrí de inmediato hasta ella para sostenerla entre mis brazos y evitar que cayera al piso.

      —¿Se lastimó, señorita Seo? —cuestioné preocupado y la mueca de dolor en su rostro me lo confirmó.

      —Me duele, me duele mucho el tobillo —se quejó, aferrándose a mí y suspiré.

      Vaya noche en la que decidí salir.

DADDY ISSUES » K. TAEHYUNGWhere stories live. Discover now