Capítulo 6.

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Llegaron a casa. Se sentaron en él sofá, y Lindsey no dejaba de hablar sobre los preparativos de la supuesta boda.

—¡Lindsey!

—¡Vamos, Gerard! Haré un buen trabajo.— sonrió.

—Dime. ¿Qué planeas hacer?.

—¿Usarás vestido de novia? Te verías bien.

—Me vería ridículo.

—Ya, está bien. ¿A quién planeas invitar?.

—Lindsey. Por favor.

—Déjame seguir.

—Te escucho.

—Me gustaría qué se casen en una isla.

—¿Una isla?.

—Todo repleto de sillas blancas. A los costados habrán mesas pequeñas con comida. Quiero qué él altar tenga rosas de colores distintos. Rojas, violetas...

—¿Te das cuenta qué estás planeando todo y él todavía es menor de edad?.

—Tienes razón. Lo siento.

—No podría hacerlo. Aunque fuera mayor de edad. Quiero mucho a Frank, pero necesito respetarlo.

—Qué cursi. Mejor me voy.

—Cómo sea. Nos vemos mañana.

—Gerard. No le hagas nada al pobre niño, ¿Sí?.

—¿Creés qué lo haría?.

—No.

—Mejor vete.

—Nos vemos luego.

—Sí, cómo digas.

—Frank. Mira. Sé qué lo prometí, pero no podría. Eres demasiado jóven. Sólo necesito respetarte.

—No importa. Puedo esperar.

—¿Qué? No, Frank. Entiende.

—Bueno, nos vemos luego. Saldré con Ray.

—¿Se hicieron amigos?.

—Sí. Regreso en unas horas.

—No demores mucho. Sí, lo haces. Te llamaré incontables veces y te buscaré por toda la cuidad. Así qué, no pienses en ir muy lejos.

—Sí, claro. Nos vemos.

—no respondió

A Gerard no le gustaba estar solo, por lo qué llamó a su amiga Lindsey.

—¿Qué pasó?.

—¿Puedes venir?.

—Enseguida llego.

Pasaron los minutos, y Lindsey llegó. Gritando y golpeando la puerta cómo siempre.

—¡Ábreme la puerta!.

—¿Por qué siempre gritas?.— dijo mientras abría la puerta.

—¿Acaso no puedo?.

—Qué inmadura eres para tú edad.

—Lo sé. Bueno, ¿Y qué pasó? ¿Para qué querías qué viniera? ¿Y Frank?.

—De hecho, nada. Frank salió.

—Oh, mi pobre Gerard, ¿No querías quédarte solo?.

—No me hables así.

—¿Creés qué demore mucho?.

—Probablemente.

—¿Y qué hacemos?.

—Esperar. Supongo. No tengo nada qué hacer.

—Eres muy aburrido. Tienes suerte qué sea tú vecina. Iré a buscar mi Xbox.

—¿Xbox? No, gracias. Mejor ve a sacar mi Playstation.

—Apenas es él 2. Salió hace muchos años.

—¿Y? No se compara con esa mierda de Xbox.

—Cómo sea. ¿Qué jugamos? Y no digas qué uno de esos juegos infantiles de Batman.

—Mejor no hagamos nada.

—Acaba de sonar tú celular. ¿Veo quién es?.

—Claro.

—¿Sí? ¿Quién habla?.

—¿Podrías pasarme a Gerard, por favor?.

—Oh claro.

—Frank. ¿Qué sucede?.

—¿Podrías venir a recogerme?.

—¿Pasó algo? ¿Dónde estás?.

—Sólo ven. Ahora te envío la dirección.

More Than a Feeling. ; Frerard. Where stories live. Discover now