Hyung, déjame explicarte

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—¡Vete al infierno!

JungKook lanzó un puño en el aire, la fuerza que utilizó parecía como si pretendiera atravesar la misma pared, pero esta vez los ojos de Zico fueron tan agudos que pudo esquivar este ataque tan destructivo. Al contrario, quien recibió un golpe fue JungKook, Zico fue tan hábil que le partió el estómago con una pierna. En un giro sorprendente, Zico contraatacó con destreza, haciendo a JungKook retroceder.

Aprovechando la desorientación momentánea de JungKook, quien se inclinó por el dolor, Zico le dio un empujón violento que lo llevó al suelo. No obstante, JungKook no se rindió fácilmente y, aferrándose a la pierna de Zico, lo arrastró consigo hacia el suelo. En un rápido movimiento, JungKook se colocó encima de Zico y lanzó otro golpe con determinación.

Los amigos de Zico se apresuraron a intervenir, sujetando a JungKook para apartarlo de Zico, pero Taemin y los demás no tardaron en unirse a la refriega. Pronto, todo el grupo de Zico estaba encima de los amigos de JungKook, transformando la escena en un espectáculo caótico y violento.

—¡¡Basta, maldita sea!! ¡Suficiente! ¡Deténganse todos! ¡Ya!

El grito demandante del profesor Choi resonó por toda la clase, su voz fue lo suficientemente gruesa e intimidante para detener el caos. Sin embargo, Zico y Jungkook no se detuvieron y siguieron con la feroz pelea. El profesor Choi tuvo que interponerse entre los golpes y sujetarlos a ambos. Logró separarlos, y en medio de los chicos, estalló furioso.

—¡Con un demonio, par de mocosos insolentes, cómo se atreven a pelear en la escuela! ¡Están suspendidos! ¡Todos a dirección ahora mismo! ¡Muévanse!

***

Jimin se encontraba en medio de la cancha deportiva, había mucho alboroto alrededor, pero solo podía notar la indiferencia de Suga. Cada palabra no dicha, cada gesto evitado, parecían formar un abismo que se expandía en su pecho. Como agujas afiladas, la sensación de ser ignorado y despreciado le perforaba el corazón. En ese momento, la amistad que una vez compartieron parecía haberse desvanecido.

Su mirada siempre estaba sobre Suga, pero el contrario nunca se volteaba a verlo; parecía actuar tan normal mientras él se sentía tan devastado por dentro.

El pelinegro se deslizaba, saltaba y practicaba relajadamente el básquet dentro de la cancha deportiva, sonriendo con los demás con quienes había establecido una conexión por el baloncesto. Mientras tanto, él recogía los balones que yacían regados por todo el suelo, tarea que le había dejado el entrenador al terminar la práctica junto a otro compañero suyo. Y cada vez que veía a Suga disfrutando del juego y compartiendo risas con los demás, sentía un nudo en el estómago.

—¡Hey park! ¡Vas a ayudarme o te quedarás ahí parado para siempre! —le gritó su compañero. Jimin se sobresaltó, y apartando su mirada de Suga, empezó a recoger los balones también.

Todo parecía como un mal sueño, como si de repente una extensa nube sombría hubiera cubierto aquella cálida sensación que había experimentado a diario con el pelinegro. Por supuesto que la culpa corroía su corazón, y estaba acabando con él en tan poco tiempo, prueba de ello, se sentía cansado y dolido, su rostro lucía pálido y decaído, y sus ojos estaban hinchados y rojos. Si Suga hubiera vuelto a verlo al menos una sola vez, hubiera visto lo mucho que había llorado en toda la noche.

De repente, se sorprendió al ver una pelota volar y entrar en su contenedor. Suga, desde la mitad de la cancha, había lanzado la pelota con una precisión perfecta. El campo de práctica había quedado desierto, todos se habían ido para el receso. Y por un instante, en ese breve momento, sus miradas se encontraron. Sin embargo, Suga lo esquivó, avanzando hacia la salida. A pesar de ello, Jimin detuvo lo que estaba haciendo y rápidamente se cruzó en el camino del pelinegro. En su rostro, la ansiedad era palpable cuando finalmente rompió el silencio:

—Debemos hablar—soltó con valentía, listo para enfrentar la situación entre ellos dos.

Los ojos de Suga, tan gélidos, perforaron los suyos. No quiso escucharlo, solo siguió avanzando, pero él se interpuso nuevamente en su camino.

—Déjame explicarte todo—insistió Jimin, vehemente.

—Tu y yo no tenemos nada de qué hablar—le contestó Suga, frívolamente.

—Hyung...

—No te atrevas a llamarme así otra vez. ¿Escuchaste?...No tienes ningún derecho.

Jimin se quedó estancado sin voz, sorprendido. Eso fue como un cruel golpe que atravesó su corazón. Aun así, siguió insistiendo. —Por favor, solo dame una oportunidad, de verdad, te lo explicaré todo, del porqué actúa así ayer, yo...

—¡Hyung!—gritó alguien desde el otro lado, interrumpiendo abruptamente.

Jimin se dio la vuelta e increíblemente volvió a ver al mismo chico del día de ayer. Taehyung apareció en la entrada mientras sonría hacia la dirección de ellos.

—¡Hyung, porque sigues aquí, ya es la hora de receso. Te he estado buscando por todos lados. Muero de hambre. Vamos a comer! —gritó este con tal intensidad de relajo, como si estar ahí fuera lo más normal del mundo. O tal vez, solo estaba provocando y midiendo el control de Suga, quien frunció su rostro, igual de consternado que Jimin.

Taehyung había averiguado muchas cosas durante las clases. Su nuevo amigo, WooChul, quien ahora venía junto a él, había sido un buen informante. Le había contado todo sobre Suga y sus horarios. Gracias a él pudo encontrar a su Hyung en la cancha deportiva. Sin embargo, había alguien más con él. Y Taehyung pudo reconocerlo.

—...Oh...Tú...

Jimin experimentó un sobresalto en el corazón al notar que Suga estaba a punto de marcharse con aquel chico. Instintivamente, agarró su brazo, sintiendo la necesidad apremiante de retenerlo. Con una mezcla de ansiedad y determinación, se aferró con fuerza, como si temiera perderlo. Con la mirada intensa y la voz temblorosa, le rogó con fervor:

—No te vayas.

Más que nunca, se sintió lleno de miedo.

—Por favor, quédate conmigo.

En la profundidad de sus ojos, se reflejaba la esperanza de ser esperado y escuchado. Pero como respuesta a ese anhelo, el pelinegro colocó su mano sobre la suya, la calidez y la fina sensación recorrió su piel, la suave turbulencia de emociones le hicieron pensar que Suga se quedaría con él. Sin embargo, el pelinegro, en un gesto frío, estrujó su mano y la apartó. Dijo:

—No tienes porque esforzarte en explicarme nada. Si la razón valió lo suficiente para negarme, entonces no te arrepientas de tus acciones, porque yo, jamás doy segundas oportunidades.

De esta manera, Suga dejó atrás a Jimin y fue con Taehyung.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Where stories live. Discover now